ARTURO ALESSANDRI: “La palabra clave del negocio de los abogados hoy es gestión”

  • Este abogado señala que para participar en las licitaciones de servicios legales de las empresas hay que “hacer un costeo muy fino para llegar al número mágico de lo que podemos ofrecer”, por eso su estudio tiene a un ingeniero civil entre sus socios desde 2013.
  • “La generación Y no tiene dentro de sus prioridades tener un control ético”, dice el presidente del Colegio de Abogados.
  • Entre sus muchos cargos está el de presidente de la Fundación Complementa para el Síndrome de Down, que dirige su señora, Magdalena Cruzat. “La creamos porque nació nuestro único hijo hombre con síndrome de Down”.

Publicado por La Segunda, viernes 11 de marzo de 2016

“Es bien particular que hayan cuatro generaciones de abogados con el mismo nombre. La oficina la inició Arturo Alessandri Palma –en 1893- como una práctica profesional solitaria y se fue transformando en una sociedad formada por 7 socios y casi 40 abogados. Yo he vivido parte de esa historia”, resume Arturo Alessandri Cohn, sentado en su oficina en pleno barrio El Golf, socio administrador de la firma Alessandri dedicada a temas corporativos y de propiedad intelectual.

Su biografía está llena de cargos. Entre ellos se menciona que es presidente de la Fundación Complementa para el Síndrome de Down desde 1992. Cuando se le pregunta por su labor allí, todo cambia en este abogado: su voz, su mirada e incluso la actitud corporal. Se le nota orgulloso de lo hecho, de su mujer, Magdalena Cruzat, y de su hijo, Felipe Arturo.

Alessandri estudió en la Universidad de Chile y sacó un master en Derecho en Harvard a mediados de los 70. Ha concentrado su trabajo en inversiones extranjeras, fusiones y adquisiciones, así como también en financiamiento de proyectos, concesiones y arbitrajes. Fue fiscal de la Oficina Nacional de Planificación (ODEPLAN) entre 1979 a 1983 y también concejal de la Municipalidad de Santiago por 4 años hasta 1996. Acaba de salir elegido presidente del Colegio de Abogados.

-Existe el diagnóstico de que para las grandes oficinas es cada vez más difícil mantener a los profesionales jóvenes entusiasmados.

-Hay una rotación natural. En algunos casos se da que la persona no calza con la cultura o el esquema de la oficina. Por ejemplo, nos preocupa la buena convivencia y que no hayan gritos, que la información se comparta y que los clientes sean entendidos como del estudio y no de un abogado en particular, pero eso no quita que hayan buenos incentivos para atraer clientes.

-¿Por qué se van los jóvenes?

-En general, por remuneración. Hay ansias de querer ganar más lo antes posible y muchos forman sus propias oficinas.

-¿Y hay presión por el tema de los horarios?

-Acá se van a horas prudentes, entre 7 y 8 de la tarde.

-Ustedes tienen 7 socios y uno de ellos es mujer (Loreto Bresky)…

-Sí, y tenemos muchas mujeres trabajando en esta oficina.

-Un estudio de Rafael Mery, Iñigo de la Maza y Juan Enrique Vargas de la UDP a 72 oficinas de abogados grandes, concluye que sólo el 6% de los socios son mujeres. ¿Por qué la proporción es tan baja?

-En parte esto se explica por la dificultad de compatibilizar trabajo y familia, aunque han surgido sistemas flexibles…

-¿Alessandri tiene algún sistema flexible?

– En nuestro caso, tenemos una persona que trabaja por proyectos desde hace tres años, pero en general las mujeres que tienen familia, hacen su trabajo y se van de la oficina relativamente temprano.

 “Llegar al número mágico”

-¿Tienen un socio no abogado también?

-Sí, fuimos pioneros en eso. Nuestro gerente general, Cristián Pérez, es ingeniero civil con un MBA y es socio desde 2013.

-¿Por qué necesitaron de un gerente general?

-La gran palabra aquí es gestión. Hay que gestionar recursos que requieren de mucha información, de mucho número y de tecnología, por lo tanto, se necesita de un conocimiento distinto. Debemos participar en muchas licitaciones de servicios legales y para poder competir se necesita hacer un costeo muy fino de los recursos que se van a emplear para llegar al número mágico de lo que podemos ofrecer. El objetivo de las empresas es tratar de pagar menos y al organizar esas licitaciones obligan a las oficinas a bajar sus precios para ganarlas.

 ¿La baja de tarifas se siente?

-El valor de los servicios está bajando porque la oferta de servicios legales está aumentando en todos los canales, ya sea servicios online, nuevas oficinas, llegada de firmas desde el extranjero o por el simple aumento del número de profesionales titulados.

-¿Pueden los servicios online implicar un desafío?

-Las nuevas tecnologías están planteando un cambio de paradigma en la forma de prestar los servicios en la industria legal. Las plataformas online, por ejemplo, están llegando, y habrá que ver contra quiénes van a competir y en qué áreas de práctica lo harán en concreto. Creemos que en un principio podrían ser los servicios de tipo commodity (estandarizados).

-¿Cómo se diferencian ustedes?

– Hay que combinar hoy tanto el ganar las licitaciones como la atención al cliente de manera personal porque en definitiva es la vía para agregarle valor a lo que hacemos. Las conferencias, por ejemplo, ayudan a formar redes porque los clientes, principalmente los extranjeros, suelen llegar referidos por otros abogados.

-Y esta mayor relación con estudios de abogados internacionales, ¿les obliga a nuevas responsabilidades?

-Sí claro, porque los estudios extranjeros –principalmente los norteamericanos- son muy sensibles a temas como la diversidad, el acceso a la justicia a través del Pro Bono y la ética.


“La generación Y no tiene dentro de sus prioridades tener un control ético”

-¿Coincide con la estimación del estudio de la UDP de que hay 40 mil abogados en Chile?

-No tenemos cálculos, pero la Corte Suprema señala que el año pasado se recibieron 3.500 abogados versus los mil que lo hacían en 2000.

-¿Cómo describiría a la generación de nuevos abogados?

-Yo noto que el tema de la ética o de las buenas prácticas no está dentro de las preocupaciones de los millennials (nacidos entre 1980 y 2000). Es una generación muy sensible a la corrupción, pero no lo es el estar inscritos en el Colegio de Abogados.

-¿Por qué el pertenecer al Colegio podría demostrar una preocupación ética?

-Porque implica que estás dispuesto a ser juzgado éticamente por una entidad en caso de que cometas una falta, pero la generación Y no tiene dentro de sus prioridades tener un control ético. No es posible salir al mercado a buscar clientes a como dé lugar.

-El año pasado, la Corte Suprema sancionó a 156 abogados por no llegar a los juicios o no presentar los escritos, entre otras faltas.

-Ahí hay una clara infracción ética. No hay ningún abogado que esté obligado a tomar un caso, pero si asume esa responsabilidad, tiene ciertos deberes éticos para con su cliente. No entiendo por qué dentro de los proyectos para combatir la corrupción no se reimpulsó el de los colegios profesionales.

-¿Qué porcentaje de los abogados recibidos se inscriben en el Colegio?

-Aproximadamente un 30%, antes se llegaba al 50%.

-¿Cuántas sanciones éticas realizó el Colegio el año pasado?

-En 2014 ingresaron 128 causas y se aplicaron 16 sanciones éticas. El año pasado se produjeron 85 denuncias y hubo 19 sanciones éticas.


Fundación Complementa: “Yo le digo a mi hijo que es un mamón y tiene toda la razón para serlo”

Arturo Alessandri, junto a su mujer, Magdalena Cruzat, participaron en la creación en 1991 de la Fundación Complementa que imparte programas de educación e integración social para personas con síndrome de Down.La creamos porque nació nuestro único hijo hombre con síndrome de Down y con otras tres parejas nos dimos cuenta que tenía todo el sentido del mundo juntarnos”.

-¿Qué los ha guiado?

-El gran eje ha sido la integración. Primero, planteamos la necesidad de integrar a las personas con síndrome de Down a sus familias, que los mostraran con orgullo y los consideraran un hijo más. Las personas con este síndrome son diferentes, muy diferentes, pero no son enfermos. La segunda parte fue integrarlos a los colegios de los hermanos, lo que fue una labor titánica. Y la tercera etapa –en la que estamos ahora-, es la integración laboral. Tenemos tutoras que los acompañan por un mes al trabajo para prepararlos. Mi hijo, Felipe Arturo, trabaja en la Clínica Las Condes en pediatría.

-¿Cómo opera la Fundación?

-De lunes a jueves, la Fundación recibe a guaguas, niños y jóvenes que pagan por los servicios. Los viernes, la organización se dedica a atender a familias vulnerables de manera gratuita.

-¿Ustedes como matrimonio lideran esta fundación hace casi 25 años, es muy difícil entregar el bastón de mando?

-Aquí a la que hay que sacarle el sombrero es a mi señora, Magdalena Cruzat, no a mí. Y efectivamente estamos en una transición para hacer una fundación 2.0 y que haya otro equipo liderando la próxima etapa porque una institución no puede depender de una persona. Yo le digo a mi hijo que es un mamón y tiene toda la razón para serlo porque con esa mamá, yo sería un súper mamón.