Fernando Atria: “Perdone el retraso, pero el tráfico está difícil”

  • El discurso de este académico de la Universidad de Chile interpreta, pero no cala entre los militantes desencantados.
  • Lo que se respira entre los integrantes de las bases socialistas es un ambiente de orfandad. Se sienten abandonados no sólo por el gobierno, sino por su propio partido.

Publicado por La Segunda, viernes 9 de diciembre de 2016

El “compañero Atria” llega solo a la sede del Adulto Mayor “El derecho a la vida” en Maipú, a eso de las 6:45 de la tarde. “Perdone el retraso, pero el tráfico está difícil”, se disculpa de entrada y le adelanta al presidente de esta seccional socialista, Gustavo Cifuentes, que se tendrá que ir a las ocho.

-“¿Por quién viene usted apadrinado? ¿Por Allende, Andrade, Escalona o Letelier?, pregunta, Nelly San Martín, militante socialista desde hace 50 años.

-Nadie me apadrina y quizás sea esa mi principal debilidad. Somos un grupo de militantes de base, pero sin padrinos, contesta Fernando Atria Lemaitre, precandidato presidencial del PS e integrante de la tendencia Izquierda Socialista.

Nelly sigue preguntando: “¿Desde cuándo es militante socialista?”

-Milito desde el 27 de enero de 2010 cuando perdimos en la segunda vuelta presidencial, responde este profesor de derecho de la Universidad de Chile a estos veinte socialistas que hablan del exilio, de sus bajas pensiones y del partido que ya no es.

-¿Y antes de eso?, interroga la misma Nelly.

-No tenía militancia. En mi más tierna juventud estuve en la DC, a principios de los 90, responde Atria sin complicarse mucho. Y en este momento repite lo que dirá al día siguiente y lo que dijo ayer por televisión: “Salvador Allende decía que ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, pero también señalaba que el problema es seguir siendo revolucionario a medida que uno envejece. Se supone que uno se pone más conservador con los años. Tengo bastante orgullo en reconocer que mi trayectoria ha sido exactamente inversa”.

¿Por qué no nos devuelven esa plata?

Le toca el turno a Víctor: “Yo he militado desde los 16 años y sólo en este partido. Usted es un erudito y un profesor, pero también usted es un dirigente político y miembro del comité central…”

-No, no soy miembro –le interrumpe Atria antes que le pongan un sayo ajeno-, me invitaron a hablar al pleno.

Hecha la corrección, Víctor continúa: “No tenemos un lugar físico donde reunirnos, donde discutir, y cuando tenemos un problema hay que ir a la sede central y ¿a quién se recurre allá? Al padrino o al que se conoce más”.

Nelly lo apuntala: “Antes teníamos una sede inmensa de grande, donde ahora está el Jumbo de Pajaritos. La expropiaron el 73 y al partido le devolvieron $ 80 millones como compensación, pero nunca volvimos a tener una casa. Tampoco Cerrillos. ¿Por qué no nos devuelven esa plata?”

Esto sucede en la gran mayoría de las comunas, comentará un día después, Luis Silva, dirigente de la comunal de San Miguel. “Teníamos una sede partidaria que era un anfiteatro que se llamaba Casa Chile. A mediados de los 60, la prestamos, por ejemplo, al MIR para que hicieran su congreso donde salió elegido Miguel Enríquez. Tenía capacidad para 500 o 600 personas. Ahora, no tenemos dónde reunirnos”.

Al 30 de diciembre de 2014, el PS tenía declarado ante el Servel cerca de $6.900 millones en inversiones financieras, fondos mutuos y depósitos a plaza.

“Santa Mónica”

Al día siguiente, sábado 3, la cita es en el Liceo Polivalente B-113 en la comuna de Lo Espejo que fue prestado por su director y militante, Luis Merino. “Estamos en la capilla Santa Mónica, compañeros, y le pusimos así porque mi inspectora general se llama Mónica”. Los 60 militantes allí presentes se ríen a carcajadas.

El momento para ellos es simbólico, se reúne por primera vez la Unión de Comunales del nuevo distrito No 13: El Bosque, La Cisterna, San Ramón, Pedro Aguirre Cerda, San Miguel y Lo Espejo.

Tras cantar la Marsellesa Socialista –sólo algunos con el puño en alto- y guardar un minuto de silencio “en honor del compañero Fidel Castro”, todos escuchan a Atria, quien echa mano a lo que fue uno de los ejes de su discurso ante el pleno Comité Central –“al que fui invitado, no soy miembro de él”, vuelve a aclarar- , es decir, enfatiza la necesidad de reformar la constitución, de afirmar los derechos sociales (educación, salud y pensiones) y diseñar un programa para el desarrollo económico. Además de la necesidad de estimular la discusión política dentro del partido.

La audiencia escucha y aplaude, pero tanto en la sede del Adulto Mayor como en el Liceo Polivalente lo que se respira es un ambiente de orfandad. “Incluso esta Unión de Comunales no es del gusto de la institucionalidad”, comenta uno de ellos en Lo Espejo. “Nos hacen participar, pero nuestras decisiones no son vinculantes”, dice otro.

En el patio, el dirigente Silva explica que están fuera de la estructura formal del partido, lo que es visto con desconfianza por algunos sectores del partido. “Acá sacamos el 20% de representación a nivel de concejales, por encima de la media nacional que es de 10,8%. Necesitamos unirnos porque cuando no funciona la institucionalidad, debemos buscar otras formas de organización”.

Atria adentro, en la capilla, toma la temperatura y se lanza: “La política y el partido tienen cortados los vínculos con el movimiento social. La Unión de Comunales es una vía para contrarrestar” esa realidad.

Un triunfo no esperado

La Unión de Comunales ha conseguido un triunfo sorpresivo. No sólo el precandidato Atria ha ido, sino que en medio de la reunión aparece el otro precandidato del partido, José Miguel Insulza, acompañado del que fuera director de la extinta revista APSI, Marcelo Contreras. No se lo esperaban. Inicialmente les habían dicho que tenía “problemas de agenda”, pero Insulza llega, lo invitan a sentarse en la primera fila y alcanza a escuchar los discursos de los otros dos expositores de esta jornada de reflexión: Marcelo Mella, decano de la facultad de humanidades de la USACH, y César Cerda, quien es dueño de una oratoria apasionada “que hace tanto tiempo no oíamos”, dice una señora sonriente. Cerda es de juicios rotundos y gestos perentorios: “¡Miren lo que han hecho! ¡Miren lo que han hecho los dirigentes, cuyos orígenes son las masas! Nosotros surgimos de las bases. Allende y Carlos Lorca nos veían, pero ahora no estamos. ¡No puede haber partido sin movimiento social, pero sí puede haber movimiento social sin partidos!”.

Invitan a Insulza a tomar la palabra, si bien él se excusa diciendo que vino a entregar un saludo, olfatea que el ambiente le es propicio y se extiende. “Me niego a decir que todo está mal hecho. Lo que pasa es que cada proyecto se agota como es lógico (…) Si queremos recuperar la confianza, hay que reengancharse a las necesidades concretas de la gente.”

Ya son las dos de la tarde y el profesor, erudito y precandidato presidencial Atria se tiene que ir. “Feliz de venir otra vez”, dice en tono de disculpas. Insulza ya no está. El decano Mella mira su reloj y Cerda tiene todo el tiempo del mundo. La reunión continúa por un rato más.