Brasil: el gigante que se mira el ombligo y su impacto sobre chile

  • A diferencia del Banco Itaú que sale a la región a expandir sus operaciones, las autoridades de Brasil también han tenido que salir, pero a dar explicaciones. El país protagoniza una severa devaluación y fuga de capitales que seguramente complicará el manejo macroeconómico chileno en los meses que vienen.

Publicado por El Mostrador Mercados, viernes 31 de enero 2014

El anuncio de la creación del banco Itaú Corpbanca que surge del pacto de accionistas entre Itaú Unibanco y Corpgroup Holding, es la señal más clara que los brasileños han decidido tomarse la región en serio. Ya tenían presencia en Chile a través del ex Banco Boston y habían anunciado su voluntad de operar banca minorista en Colombia y Perú, pero tras el acuerdo con el grupo Saieh claramente apretaron el acelerador.

Pese a las dificultades económicas por las que pasa Brasil, el sector bancario es bastante robusto.  Aunque la mitad del negocio es dominado por bancos estatales que requieren ser recapitalizados de tanto en tanto, no ocurre lo mismo con sus pares privados. Según datos del Financial Times, los préstamos impagos (más de 90 días) en el caso de Itaú llegaban al 3,9% de las colocaciones en el tercer trimestre, contra un 5,1% del año anterior.

Todo apunta a que en la medida que aumenten las tasas de interés, bancos privados como el Itaú, Banco do Brasil y Bradesco pueden ver aumentar sus márgenes. Esto se debe a que la mayor parte de las ganancias de las instituciones financieras en Brasil se producen gracias a las cuentas corrientes y de los documentos a la vista, más que al negocio crediticio comercial bancario. Con tasas de encaje altas y los elevados  intereses que paga el gobierno, hay poca necesidad de hacer calle.

El que mucho explica, se enreda

Si en los últimos 12 meses, el Banco Itaú ha visto crecer el valor de su acción en 4,52%, no sucede lo mismo con el principal índice accionario de Brasil –el Bovespa- que ha caído casi 20% en el mismo período. Mientras el banco liderado por Ricardo Marino (CEO para la región) sale de manera agresiva a invertir, las principales autoridades brasileñas han tenido que salir también, pero a dar explicaciones.

Nunca Dilma Rousseff había tenido la necesidad de ir al Foro Económico Mundial en Davos… hasta ahora. El fin de semana pasada, la presidenta de Brasil trató de tranquilizar los ánimos de los inversionistas en ese encuentro, antes de partir a Cuba donde inauguró el lunes un puerto de contenedores, financiado y construido por este país sudamericano.

Pero más importante que las palabras de Dilma Rousseff, fueron las expresiones de Alexandre Tombini, el presidente del Banco Central de Brasil, durante un panel con otros banqueros, organizado por CNBC la semana pasada. Allí haciendo uso de la política monetaria más ortodoxa, el brasileño señaló que el fin de la compra de activos por parte de la FED – lo que implica el término del financiamiento barato para los países emergentes-, es positivo para todos y para Brasil también. “Sabemos que el movimiento de monedas es parte de este proceso”, afirmó, dándole un toque de normalidad a la devaluación de 15% que ha sufrido el real brasileño durante 2013. “Y Brasil ha respondido de manera clásica, apretando la economía”, dijo.

El martes otros países se unieron a esta ola de incremento de tasas. El Banco Central de India elevó su tasa de política monetaria en 25 puntos base a 8% para defender la rupia, seguidos por el de Turquía que subió la tasa de referencia desde 4,5% a 10% con el objeto de escudar a la lira y por el de Sudáfrica que la empinó 50 puntos base a 5,5%, después de haberla tenido congelada desde junio de 2008.

Un país embelesado consigo mismo  

El problema mayor de Brasil es que es un mercado de consumo tan grande, que la tentación de llevar a cabo políticas que satisfagan a la industria local más que al sector exportador es gigantesca.

No hay mucho ánimo de incentivar la competencia proveniente del exterior tampoco. Entre los empresarios se habla del “coste Brasil”, es decir, de las trabas que existen para hacer negocios en el país. Un reportaje de El Confidencial indica que hay 90 tipos de impuestos y que las leyes laborales son muy rígidas. De acuerdo a un estudio de la Fundación Getulio Vargas, un trabajador con un salario de 730 reales en la industria textil, cuesta mensualmente a su empresa 2.067 reales. Una falda Zara que en España se vendería en 90 reales, en Brasil sale por el doble: 185 reales.

En un seminario en Santiago organizado por Picton, en septiembre, el estratega para América Latina de Morgan Stanley, Guilherme Paiva, hizo un sombrío panorama de la economía brasileña. El ciclo del boom de los commodities tuvo como consecuencia un fortalecimiento del real frente al dólar, lo que llevó a un incremento de los sueldos y del consumo, pero no de la productividad. Con una situación de pleno empleo (en torno a 5,5%), la presión inflacionaria cobró fuerza, principalmente en el sector servicios, lo que volvió el escenario inmanejable.

Dado el fin de la política monetaria expansiva de Estados Unidos y al deterioro del precio de los commodities, Paiva vaticinó que el real debería devaluarse otro 15%. En ese momento, la moneda se encontraba en una paridad de 2,20 reales por dólar y hoy llega a casi 2,40 reales. O sea, ya se ha depreciado 9%. A su juicio, los sectores que se verían beneficiados en bolsa por este comportamiento sería el de alimentos, acero, agricultura, minería y celulosa y pulpa. Los perjudicados serían los ligados a petróleo y gas, servicios públicos, comercio, transporte y telecomunicaciones.

El economista chileno Angel Cabrera tampoco ha sido muy optimista respecto a Brasil en encuentros privados. Si en 2013, la economía terminó creciendo en torno a 2,3%, este analista proyecta una expansión de apenas 1,7% que contrasta con el promedio de 3,6% de los últimos 10 años.  La falta de reformas estructurales, la tasa de interés sobre 10%, una inflación que casi toca el 6% (el objetivo meta es de 4,5%)  y las elecciones presidenciales que se avecinan en octubre, hace que vea al real en torno a 2,5 o 2,6. En tanto que el ex ministro de Finanzas, Rubens Ricupero, predice que la moneda caerá a 2,7 reales por dólar.

Anticipándose a este mal escenario, en los tres últimos años alrededor de US$ 285 billones de inversiones extranjeras han salido del país, según Financial Times, decepcionados por la falta de reformas estructurales que promuevan la productividad y la eficiencia.

Empresas clavadas hasta nuevo aviso

Las empresas chilenas que han apostado a la diversificación en la región, están sufriendo las consecuencias de las políticas económicas poco rigurosas de los gobiernos. En parte envalentonadas por el discurso pro-emergentes de los grandes bancos de inversión, varias de ellas emprendieron crecimientos inorgánicos que les están pasando la cuenta. La gran diferencia es que los banqueros retiran sus dineros de un día para otro, en cambio las empresas se quedan clavadas por largo tiempo hasta que nuevamente los vientos soplan a su favor. Así ha sucedido con las inversiones que los chilenos realizaron en Argentina durante la década de los noventa y que continúan con ellas a costa de un gran desgaste si es que no se desprendieron ya a precios muy inferiores a los adquiridos.

Así también puede suceder con Brasil. Lan, por ejemplo,  emprendió su fusión con Tam y si bien formó la aerolínea más grande de América Latina, los problemas que ha tenido que sortear son enormes. Basta señalar que el 90% del alto mando de Tam lleva menos de un año, en otras palabras, a juicio de los chilenos sólo el 10% de los ejecutivos con experiencia servía para los nuevos objetivos. Eso, sin contar con los problemas financieros que encontraron, entre otros el descalce que existe entre una deuda contraída en dólares e ingresos en reales. Si bien en la presentación a los inversionistas a fin de año con motivo del aumento de capital, la plana ejecutiva de Lan aseguró que está en vías de solucionar esta situación, indicaron que una devaluación de 10% del real a diciembre de 2013, les pegaba en última línea en torno a US$ 160 millones.

Cencosud que maneja 216 locales de supermercados en Brasil vio caer sus ventas nominales en moneda local en 0,6% en el tercer trimestre de 2013 por “un ambiente económico débil” y en igual período de 2012 ya arrojaba una baja de 2,8%. La implementación del sistema SAP en su cadena Bretas le causó problemas de logística, merma y mix de productos. ¿Tiene esto que ver con el real? Evidentemente no, pero mientras no “dome” este software y entienda bien al consumidor brasileño, sus problemas no son sólo financieros, sino que también operativos. Respecto al riesgo en las tasas de cambio en moneda extranjera, la compañía asegura que la mayoría de los costos e ingresos son en monedas locales, y la mayoría de la deuda del grupo se encuentra denominada en pesos chilenos.

Los resultados de Sonda que tiene empresas de tecnología y software en Brasil también se han visto mermados por la devaluación del real. Medido en pesos, este país es responsable del 32,4% de los ingresos y es el segundo país que más aporta después de Chile. La misma compañía señaló a diciembre que el Ebitda del negocio brasileño en pesos llegó a $ 27.758 millones, inferior en 11% en doce meses. Si se sacara el efecto cambiario, el Ebitda habría crecido 4%.

Otras empresas que están en Brasil como CMPC y Arauco si bien están “cubiertas” porque producen celulosa y pulpa, cuyos precios están indexados al dólar, la devaluación del real les ha golpeado por el lado de la valorización de los activos, afirman analistas.

Si hasta ahora, los principales medios económicos se han enfocado a los efectos de la crisis del peso argentino, probablemente en las próximas semanas tendrán que ampliar su mirada a Brasil. La correlación entre el peso chileno y el real brasileño siempre ha existido, por lo tanto, nuestra suerte está ligada en parte a lo que sucede con esa moneda.

Si el real continúa devaluándose, el Banco Central de Brasil se verá obligado a defenderlo a través de nuevas alzas de tasas –siempre y cuando prosiga con su política ortodoxa-, lo que implicará menor crecimiento y tiempos difíciles para las compañías chilenas que operan allá. Mientras tanto, los capitales seguirán huyendo de la región hasta que vuelvan a mirar por el espejo retrovisor y se convenzan de que es el momento de regresar.