- “No creo que nos estén atacando los venezolanos ni los marcianos. Puede haber una coordinación de algunos grupos, pero este es un problema que se gestó acá”, dice Ignacio Del Río Goudie.
- “Al igual que Chile, yo ya no soy el que era el jueves de la semana pasada”, reconoce.
- “Esto no es únicamente un problema de bajos ingresos. La gente está buscando que la vean”, reflexiona.
Publicado en La Segunda, viernes 25 de octubre de 2019.
“Cuando me llamaste, me asusté”, reconoce sin tapujos Ignacio del Río Goudie. “Siento que me pueden crucificar por lo que digo o no digo. Nunca he sido de entrevistas porque no me gusta aparecer. Creo que la pega hay que hacerla en terreno o con acciones. Sin embargo, me preocupa Chile, siento que todos debemos tirarnos a la piscina y si puedo aportar con mis propuestas generales, lo voy a hacer”.
Los apellidos Del Río Goudie están asociados a Sodimac, pese a que se integraron a Falabella (2003) tras una fusión. Si bien la familia de siete hermanos mantiene cerca de un 15% de este holding del retail, este empresario de 62 años se ha ido desprendiendo de sus acciones y cuenta con el 1% de Falabella, lo que no deja de ser. Hoy tiene el 9,5% de Hortifrut, es de los mayores productores de arándanos del país y se ha diversificado a inversiones en el mundo inmobiliario y hotelero.
“Prefiero ser un empresario no tan grande y manejar mis recursos. Quizás estaría mucho más tranquilo recibiendo un dividendo de Falabella dos veces al año, pero soy más feliz así”, explica.
Es jueves por la mañana e Ignacio del Río llegó el día anterior del sur, donde tiene sus campos de berries en medio de la región de La Araucanía. Dice que por eso ha estado fuera de las conversaciones, “lo que fue muy bueno porque me permitió ver televisión y escuchar o leer millones de chats”.
– ¿Cómo te sientes?
– Me siento apaleado. He pasado de la perplejidad a estar anonadado, enrabiado y angustiado. Hoy estoy más ordenado, escuchando muchas opiniones y viendo las reacciones de la gente y, aunque suene ridículo, me siento con mucha energía. Creo que estas crisis si son bien conducidas pueden energizar a todo el país.
Al igual que Chile, yo ya no soy el que era el jueves de la semana pasada. Vivo en un país distinto al Chile en que creía vivir y eso me da vergüenza.
-¿Por qué te avergüenza?
-Porque estaba con las orejas muy chicas como dijo el presidente de la CPC. Debería haber tenido las orejas bastante más sensibles y grandes. Haber estado más atento.
-¿Qué miradas te han hecho sentido?
– Estoy muy de acuerdo con el análisis de Bernardo de la Maza y no tan de acuerdo con el de Fernando Villegas, lo encuentro demasiado conspirativo. No creo que nos estén atacando los venezolanos ni los marcianos. Puede haber una coordinación de algunos grupos, pero este es un problema que se gestó acá.
Me conmovió monseñor Fernando Chomalí cuando se refirió a los 650 mil chilenos jóvenes que no trabajan ni estudian. Me imagino que un porcentaje de ellos participaron en estas quemas.
Arándanos en La Araucanía
– ¿Algo parecido se vive en La Araucanía?
– Fíjate que sí, me ha tocado vivir allí en los últimos 25 años y meterme bien en el problema a través de la educación. Los conflictos sociales en esa región no obedecen tanto a un tema étnico o cultural, sino que a la pobreza que trae consigo falta de oportunidades y desesperanza, la que aprovechan los grupos más radicales para introducir sus falsas promesas y agudizar el conflicto. Creo que los culpables de las quemas de bosques y maquinarias somos finalmente nosotros que no nos hemos preocupado de ellos y de su condición de pobreza.
– ¿Hay alguna salida?
– He trabajado a través de la Fundación Educa Araucanía en un modelo de educación de excelencia en medios rurales. El objetivo es educar niños que tengan oportunidades, conocimientos y una mirada para salir adelante.
Cuando tomamos la Escuela Cunco Chico que da enseñanza básica, más de la mitad de los niños que terminaban octavo (53%) desertaban en enseñanza media. Hoy estamos en el orden del 7%. Eso lo logramos con gestos pequeños. Les dimos plata para el pasaje de la micro que va a Temuco donde debían ir a estudiar con el compromiso que trajeran sus registros de asistencia cada mes. Además, pasamos de ser el SIMCE histórico más bajo de Chile a un puntaje que roza lo que alcanzan los estratos socioeconómicos altos. Este año nos fallaron dos profesoras y no nos fue tan bien.
– ¿Cómo lograste formar una empresa en una zona de alta conflictividad social?
-Tenemos campos en Angol, Vilcún y Gorbea, además de campos en el norte, en Petorca y la Ligua. En Petorca ya no puedo tener paltas porque el valle se secó.
En el campo de Vilcún donde contamos con 200 hectáreas de arándanos y una procesadora de berries, colindamos con tres comunidades mapuches que en su mayoría ha trabajado con nosotros. Hasta este momento, nunca hemos tenido un conflicto.
– ¿Cuál es la fórmula?
-Les damos un trabajo digno, pagamos a tiempo, tratamos bien a la gente y las personas responden. Los mapuches responden a las oportunidades de trabajo.
Pensé en irme de aquí
– Tu familia viene de Sodimac y se asociaron con Falabella. ¿Qué te pasó cuando viste que incendiaban los locales o supermercados del grupo?
-Fíjate que sentí más o menos lo mismo que cuando vi las imágenes de Walmart o las de los otros supermercados. En todos los casos, más que la pérdida material, me afectó lo que simboliza el acto de quemar o de destruir. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad que hay gente que es capaz de destruir esos locales? Eso me emociona y me angustia.
-¿Te afectaron las estaciones de Metro incendiadas?
-Sentí mucha pena.
-Hoy escuché a una señora decirle a otra: “Ahora los empresarios se van a ir”.
-Te confieso que fue lo primero que pensé. Yo tenía 17 años para la Unidad Popular y vi el desorden y el caos, entonces mi reacción inicial fue “yo me voy de aquí”. Pero cuando me calmé, me dieron ganas de ayudar a crear un Chile distinto, en democracia y con institucionalidad.
-En chats privados hay empresarios que llaman a sus pares a subir los sueldos inferiores a $500 mil dentro de sus empresas.
-Cuando hay poca plata, la plata es lo más importante. Y si bien las personas buscan mejorar sus ingresos, también quieren visibilizarse, que las sintamos y las escuchemos. Estamos ante un fenómeno tremendamente rico y a través de las protestas pacíficas nos están diciendo: aquí estamos nosotros, tenemos hijos, trabajamos mucho, ganamos poco y no nos consideran.
– ¿Algún familiar o conocido tuyo ha protestado en estos días?
– (Duda por un momento) No he sabido de ninguno, pero seguramente muchos de mis sobrinos y puede que alguno de mis hijos lo haya estado haciendo. Encontraría extraordinario que protestaran. Voy a preguntar este fin de semana. Por eso digo que esto no es únicamente un problema de bajos ingresos. La gente está buscando que la vean.
Preocupémonos de los dividendos sociales
-¿Por qué los empresarios tienen tan poca habilidad para liderar cuando se enfrentan a conflictos sociales?
-Puede que sea una consecuencia del modelo neoliberal o capitalista que nos llevó a preocuparnos de las Tasas Internas de Retorno (TIRs) y de darle buenos dividendos a nuestros accionistas. Ahora preocupémonos de dar buenos dividendos sociales y no sólo plata. Ya estamos todos muy aporreados.
-¿Cuál es tu planteamiento general?
– Busquemos que las personas sean más felices, es decir, que tengan sus necesidades básicas satisfechas, un buen sistema de salud y de educación, una vivienda y una cantidad de horas de trabajo acorde con la vida familiar. Todo eso que suena súper bonito y romántico, lo tenemos que realizar sin perder de vista el mantener las cuentas macros del país ordenadas. No podemos generar un gasto público que signifique inflación y pérdida del poder adquisitivo porque eso nos lleva nuevamente a la pobreza y al desastre. Esta es la pega que hay que hacer ahora, en forma responsable y urgente.
-Si hay que cuidar las cuentas públicas, ¿la solución está en manos de los privados?
-Los privados tenemos que hacer la pega y asumir la nueva realidad en nuestros costos y márgenes. Cuando evaluemos los nuevos proyectos, probablemente las Tasas Internas de Retorno (TIRs) que proyectemos estarán 1 o 2 puntos por debajo de las actuales, pero es necesario.
– ¿Eso implica no enfocarse tanto en la generación de utilidades?
-La última línea hay que mirarla siempre. Si las empresas no son competitivas y no obtienen retornos adecuados para los inversionistas, esa inversión se va y el país se empobrece nuevamente. Creo que la tasa impositiva y los gastos en administración donde se incluyen los gastos de previsión y salud, tienen que tener el máximo nivel que sea posible alcanzar salvaguardando la competitividad de la empresa. Ese es el equilibrio social empresarial que hay que encontrar.
Voy a colaborar en La Araucanía y en lo que sea
-¿Qué puede hacer Ignacio del Río en los próximos días por este país?
-Mi foco ha sido el tema de la educación en La Araucanía y creo que debo darle mucho más fuerte ahí. Hemos invertido US$ 2 millones en los últimos 10 años a través de la Fundación y si lleváramos ese modelo a las 700 escuelas rurales de La Araucanía, nos costaría US$ 1.400 millones. Obviamente no tengo ese dinero. Necesito al Estado. Estoy tratando de convencer al Estado de que este modelo es exitoso y que tenemos una herramienta súper potente para eliminar la pobreza en Chile. Pero el Estado no escucha. O sea, te escuchan, te pegan en la espalda mientras te dicen “qué lindo tu gesto y vamos a ver cómo te ayudamos” y nunca más los vuelvo a ver. Lo mismo nos pasa con tres escuelas en Galvarino que desarrolla Compromiso País y Desafío. Esa actitud tiene que cambiar en el Estado porque si sigue igual, vamos a volver a lo mismo y no puede pasar.
– Quizás es peor porque le diste a las personas una esperanza que queda en nada…
-Cuando la gente pierde la esperanza y gana la frustración, la violencia está a la vuelta de la esquina. Por eso, yo ya no voy a pedir por favor que me escuchen, voy a pedir con fuerza que se implemente nuestro modelo educativo o el de otro, pero que saquemos a la Araucanía de la pobreza vía educación. Y si me piden colaborar en lo que sea, voy a poner mis talentos como empresario en lo que sea. Estamos en otro Chile y si no nos ocupamos de esto, si no nos hacemos cargo, volverá a pasar y peor. El país se va a destruir.
La Segunda, viernes 25 de octubre de 2019.