- Uno de los caminos de la movilidad es la educación, pero eso no se cumple en el caso de los migrantes, coinciden los expertos.
- En los 90 se discriminaba a los peruanos, ahora a los colombianos y después serán otros, dicen los académicos.
- “Comunas como Santiago, Recoleta e Independencia que sufrieron un éxodo en los 80, han revivido por la migración”, señala la directora del departamento de Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, Carolina Stefoni.
- 20% de los migrantes trabajan por cuenta propia, 62% se emplea en el sector privado y 8,4% en el servicio doméstico (CASEN2013)
- “ ‘Son capaces de dejar sus hijos’ decimos de las madres migrantes. Ya es duro abandonar el hogar, pero además las cargamos con esa culpa”, agrega Stefoni.
- “El haitiano no le produce conflicto a la gente de Quilicura porque dicen que trabaja y aporta, en cambio estigmatizan al peruano y al colombiano”, indica Eduardo Thayer, investigador de la Universidad de Los Lagos.
- “Soy argentina, llevo 8 años acá y todavía me cuesta entender lo que hablan mis alumnos. Tengo que pedirles que hablen más lento”, relata Delfina Lawson, profesora de la Clínica Jurídica para Migrantes y Refugiados, Universidad Diego Portales.
Publicado por La Segunda, lunes 13 de junio de 2016
“Uno de los caminos de la movilidad es la educación, pero eso no se cumple en el caso de los migrantes. Tenemos mujeres con 13 años de escolaridad que trabajan en el servicio doméstico”, señala Carolina Stefoni, socióloga de la Universidad Alberto Hurtado, quien junto a Delfina Lawson, profesora de la Clínica Jurídica para Migrantes y Refugiados de la UDP, y Eduardo Thayer, sociólogo de la Universidad de Los Lagos, analizaron el racismo en el mercado laboral en Opinión de Expertos.
La CASEN 2013 arrojó que en promedio los extranjeros mayores de 15 años tienen 12,6 años de escolaridad, dos años más que los chilenos. “Los ecuatorianos presentan 15 años de educación, los argentinos, colombianos y peruanos bordean los 12 años y los bolivianos se acercan a los chilenos con 10,9 años”, detalla Thayer. El 10,8% de los migrantes dice haber cursado estudios superiores y otro 22,9% los completó, superando ampliamente a los locales.
“Lo que pasa es que se sospecha de los títulos o de las calificaciones obtenidas en el exterior – agrega este académico- . Cuántas veces hemos escuchado en los consultorios: ‘Que no te toque un médico ecuatoriano’”.
Como la mayoría de las personas que migran, lo hacen entre los 15 y 34 años, ingresan directamente al mercado laboral. “Chile está capitalizando la inversión en educación y salud hecha por Colombia, Ecuador o por otros países”, apunta Thayer.
“Si tuviéramos procesos de calificación y de reconocimiento de estudios más expeditos tendríamos profesores trabajando en el sistema educativo y no en la construcción como ocurre hoy”, señala Stefoni.
Soy buen trabajador
La tasa de actividad de los extranjeros es de 71,9%, muy por encima del 52,8% de los chilenos, “pero están empleados en labores más precarias y menos productivas”, resume Thayer, quien añade que los migrantes se identifican a sí mismos como buenos trabajadores y califican a los chilenos como sacadores de vuelta.
“Los migrantes son más sumisos, trabajan más horas y están disponibles. Se sienten al debe, lo que puede ser bueno para los empleadores, pero es un problema porque así no se avanza en condiciones de igualdad dentro de la sociedad”, reflexiona Stefoni.
En parte, esto se debía a que hasta el 2014, la visa a la que podían acceder estaba sujeta a un contrato. Si el empleador los despedía, sólo tenían 30 días para regularizar su situación migratoria, “lo que se prestaba para abuso y maltrato. Eso cambió con la llegada del nuevo gobierno y de la jefatura del DEM. Ahora hay una visa por motivos laborales que dura un año y les permite cambiar de empleador”, explica Delfina Lawson.
Antes los peruanos, ahora los colombianos
En sus estudios, Thayer ha encontrado lazos solidarios sólo entre aquellos chilenos del segmento más bajo que trabajaron con migrantes en condiciones similares. “Cuando el extranjero no le quita la pega y ambos ganan lo mismo, logran ser amigos”, advierte.
Lo que va cambiando es el sujeto de discriminación, dicen estos expertos. “En los 90 se discriminaba a los peruanos, ahora a los colombianos y después serán otros. La discriminación y el racismo en Chile se activan cuando se identifica a un grupo de migrantes como una amenaza y que puede trastocar nuestra homogeneidad social”, plantea Stefoni.
“Estamos ante un Estado que ha sido negligente”, enjuicia Eduardo Thayer. Que el 2,3% de la población sea extranjera con residencia definitiva no es un crecimiento desmesurado porque se hizo a lo largo de 15 o 20 años. El promedio mundial es de 3%. “Pero ese incremento se produjo sin ninguna política central y con políticas intuitivas por parte de los gobiernos locales”. Además, dice Lawson, la ley se promulgó en 1975 y el flujo migratorio importante se generó hace 10 años en un contexto totalmente distinto.
Territorios de migrantes
De acuerdo al Departamento de Extranjería y Migración (DEM) del Ministerio del Interior, en Chile hay 410 mil extranjeros con residencia definitiva y sólo en 2014 se entregaron 66 mil visas sujetas a contrato y otra cifra similar en visas temporarias. Más del 60% vive en la Región Metropolitana.
“Es complejo hablar de promedios nacionales porque nadie se preocupa con tasas de 2 a 3%, pero cuando en algunas comunas como Santiago los migrantes llegan a representar el 17% de su población, cambia totalmente la película”, explica Carolina Stefoni.
Entre las comunas con mayor participación de extranjeros se encuentran Independencia con el 17,3%, Santiago-Centro (16,5%), Providencia (9,1%), Las Condes (8,5%), Recoleta (8,1%), Lo Barnechea (6,4%) y Quilicura (4,0), según la CASEN 2013.
“Chile no está preparado para recibir a migrantes de distintos orígenes -afirma Stefoni-. Estamos acostumbrados a hablar de desigualdad en términos de clases sociales, pero hoy se agrega el componente extranjero. Si no resolvemos esto a través de políticas inclusivas, tendremos un problema mucho más serio que se llama desintegración social”.
A lo que Thayer agrega: “Que los hijos de los migrantes se sientan chilenos en el mediando plazo depende de que exista una política migratoria en educación, en regulación del mercado del trabajo y de la vivienda. De otro modo, seguirán siendo chilenos de segunda categoría. En Europa, pueden ser tercera o cuarta generación y continúan optando a trabajos de migrantes, en barrios de migrantes, con oportunidades para migrantes”.
El conflicto racial en Antofagasta
“No vayas al centro porque está lleno de colombianos”
“Nunca me había pasado ver a una sociedad con tanto temor” y donde el conflicto racial fuera tan agudo como en Antofagasta, dice Carolina Stefoni. “Te dicen: ‘No vayas al centro porque está lleno de colombianos’”.
Para Eduardo Thayer, parte del problema se debe a que políticamente se ha estigmatizado a los extranjeros, partiendo por “la alcaldesa Karen Rojo. Hay un discurso transversal en contra de los migrantes colombianos, asociándolos a la delincuencia”.
Sin embargo, de acuerdo a un informe de la Defensoría Penal Pública (DPP) de mayo de este año, sólo el 2% del total de imputados atendidos por ese servicio a nivel nacional correspondió a extranjeros en 2015, aterriza Delfina Lawson. Lo que lleva a la Defensoría a afirmar que “no existe antecedente que permita vincular científicamente la migración con el aumento de la criminalidad (que de paso tampoco es cierta)”.
A juicio de estos académicos, Antofagasta tiene los problemas de una ciudad grande dentro de una ciudad chica.
Bastan unas pocas cifras para darse cuenta de la olla de presión que allí se vive. Si en 2005 había 6.612 migrantes en esa región, en 2014 llegaban a 28.236 extranjeros (que equivale al 4,6% de los habitantes de esa zona), según el DEM. El 50% de la población migrante tiene entre 20 a 35 años y hay más mujeres que hombres. El gobierno ha señalado que el 42% de los que residen en 35 campamentos en Antofagasta, son extranjeros.
Se rechaza un tipo de perfil
“El migrante colombiano ha sido el chivo expiatorio de todos esos procesos”, explica Stefoni cuando habla de Antofagasta. A los hombres se los asocia a narcotráfico y a las mujeres a prostitución. Y no sólo allí.
Lawson indica que “en 2014 constatamos que el 75% de las personas rechazadas por Aduanas eran colombianas en la frontera con Bolivia. La mayoría venía de Buenaventura, Nariño o Cali y era afrodescendientes. A veces se rechazaba a la persona porque traía US$ 500, lo que era considerado insuficiente y si al día siguiente volvía con US$ 1.500, tampoco la dejaban ingresar. En definitiva, no hay un estándar que permita que la decisión de rechazo en la frontera sea objetiva. Se responde a un perfil. En el aeropuerto de Santiago pasa algo similar, hay una fila en control secundario formada principalmente por haitianos, colombianos, africanos y dominicanos, aunque estos últimos ya casi no llegan desde que se les impuso la visa consular”.
Dos categorías
“Existen migrantes y extranjeros”
“La construcción del ser chileno como blanco, europeo y moderno que tiene la élite de la zona central, se ve tensionada cuando llegan los migrantes. Nos damos cuenta que somos parecidos a los ecuatorianos o peruanos en términos fenotípicos y que compartimos religión y cultura”, postula Carolina Stefoni.
Si bien “se reconoce la sangre indígena, la española y los flujos migratorios fundamentalmente europeos, como constitutivos de esta identidad chilena, hubo una especie de “blanqueamiento” a lo largo de los años”, agrega Thayer. Sin embargo, la reciente inmigración andina “representa una suerte de “involución racial” que nos devuelve el componente indígena”.
No ocurre lo mismo con la migración argentina que hasta el Censo 2002 era la primera mayoría. De hecho, en las encuestas se los identifica con “los futbolistas, los turistas y las modelos. Los argentinos no están dentro de esta categoría sociológica que es el migrante”, complementa Thayer.
De ahí que estos expertos aseguren que en Chile “existen los migrantes y los extranjeros (formados principalmente por los de origen europeo)”.