- Cristián Goldberg plantea que si se consulta a las autoridades locales se puede elaborar un presupuesto que responda mejor a las demandas que llevan a este terremoto social.
- “Tenemos dos mil voluntarios y 10 constructoras disponibles para arreglar las estaciones de Metro”, indica el presidente de Desafío Levantemos Chile.
- “Todos deberíamos tener a nuestros hijos en colegios públicos y todos deberíamos estar en Fonasa. Si lo hiciéramos, te aseguro que las cosas cambiarían”, desafía.
Publicado en La Segunda, lunes 28 de octubre de 2019.
Cristián Goldberg no quiere preguntas sobre su empresa Tecno Fast. “Encuentro que la situación del país es tan grave que lo relevante es hablar de los desafíos que tenemos”. Acaba de salir de un directorio y, sin embargo, llega vestido con la camisa institucional de Desafío Levantemos Chile.
Cada vez que este administrador de empresas de la UDP (59 años) trata de explicar una idea, lo hace recurriendo a alguna de las tantas experiencias vividas en estos 10 años en la organización que ayudó a fundar con el fallecido Felipe Cubillos y que ha desarrollado ya mil proyectos sociales.
Mientras tanto, en la Avenida Santa María, los vehículos apenas avanzan y los conductores escuchan atentos las noticias.
“Este es un terremoto social. Hace 10 años, con Felipe Cubillos pensamos que debíamos construir un campamento en Iloca y cuando conversamos con la gente nos dimos cuenta que era una pésima decisión. Lo más inteligente era construir el retén de carabineros, una escuela y la posta. Queremos transmitir que las decisiones que toma el Estado sin tener terreno, son generalmente muy malas. La experiencia que te da el terreno es clave para saber qué hacer en momentos complicados y de emergencia.
“Lo que está ocurriendo es una revolución social que se da por la falta de oportunidades y por una muy baja calidad de la educación, especialmente en los sectores rurales, y eso hace que esta bomba explote”, agrega.
—¿Es un terremoto o una revolución?
—Es un terremoto social que nos mueve el piso. Nos hace pensar que este país no es tan seguro y que debemos asegurarlo entre todos.
—El activista italiano Ernesto Sirolli que promueve emprendimientos sociales, dice que para tener éxito en un proyecto, lo primero que hay que hacer es callar y escuchar…
—Cien por ciento alineado con eso. Eso es lo que hacemos en Desafío. Acabamos de entregar una escuela en Galvarino, en la IX Región, y los profesores y apoderados nos dijeron primero qué era lo que querían y después construimos.
—¿Fue muy diferente lo que imaginaron y lo que concretaron?
—Completamente diferente. Las salas de clase cambiaron de porte, los colores fueron distintos y los niños se sintieron parte de esa construcción… Esta crisis se debe a que el Estado no se ha dado cuenta de los problemas reales de la gente y que las soluciones pasan por escuchar y volver a escuchar, estableciendo un diálogo sincero, claro y preciso.
En Chile, el Estado maneja un presupuesto de US$72 mil millones, no tenemos un problema de recursos, el problema está en dónde se asignan y cómo se pierden. El colegio que construimos en Santa Olga costó $4.500 millones y demoró un año en ejecutarse. El mismo colegio hecho por el Estado cuesta $10.000 millones. Mi conclusión es que estamos pasando por una crisis que es legítima y que las soluciones son las importantes.
Construir un nuevo país
—¿Cuáles son los pasos que se toman ante una catástrofe?
—Cuando sucede una tragedia, lo primero que hay que hacer es salvar las vidas, luego poner orden, después limpiar y finalmente, reconstruir. En este caso, hay que empezar a construir un nuevo país, es importante poner el orden de prioridades adecuado y eso pasa por un presupuesto base cero que responda a las necesidades de la gente.
—¿Qué cosas podrían ayudar a construir un nuevo país?
—Creo que todos deberíamos tener a nuestros hijos en colegios públicos y todos deberíamos estar en Fonasa. Si lo hiciéramos, te aseguro que las cosas cambiarían. No puede ser que una persona se demore hasta seis años para una endoscopía y en la clínica privada se la hacen en dos días.
—Una medida así generaría mucha oposición.
—Es un deseo, yo creo en la libertad de elegir, pero eso sería un cambio… Y si me preguntas qué quiero hacer, sueño con una educación de nivel mundial para Chile. Si conocieran las 700 escuelas que hay en la región de La Araucanía, la mayoría se construyeron en los años sesenta. Esos profesores son unos héroes: no cuentan con baños, no tienen internet y las salas están sucias. Sueño con meter US$ 200 millones en esas 700 escuelas. Llevamos en La Araucanía un año y medio y todavía el Estado no es capaz de ayudarnos a construir este proyecto.
—¿Por qué?
—Porque los niños no votan. La Fundación y yo nos rebelamos contra eso.
—No entiendo en qué topan.
—En que tienen que asignar los recursos. También realizamos operaciones de cadera. Una cirugía hecha por nosotros sale $3 millones y por el Estado cuesta $ 6 millones. Llevamos 500 operaciones que nos han asignado los Consejos Regionales (CORES).
—Esos ejemplos muestran un Estado que falla en su rol más básico.
—El Estado no puede hacer todo solo.
“Temo que los ministerios tienen poca sensibilidad de terreno”
—¿En qué etapa de la crisis del terremoto social estamos?
—Siguiendo la analogía, las vidas continúan en peligro, tenemos sismos fuertes todos los días y no podemos reconstruir. Generalmente, a los cuatro días de una tragedia, nosotros estamos trabajando. Cuando Copiapó sufrió el aluvión (2015), nos demoramos un mes en ingresar. Teníamos barro adentro y fuera de las casas. Esto me recuerda lo mismo. El aluvión sigue corriendo y lo debemos parar. No puedo entender el espectáculo del Congreso el otro día. Aquí hay comercio destruido, difícilmente van a llegar extranjeros y ello lleva a la destrucción del turismo. El toque de queda perjudicó a los restaurantes. Con eso se afecta el empleo y hoy mismo en un directorio tuvimos que acabar con la publicidad. Entendamos el daño que estamos provocando, debemos parar.
—¿Estás preocupado?
—Tremendamente preocupado. Esta es la crisis más grande que hemos tenido y no sé en qué vamos a terminar. El saqueo, nunca lo imaginé posible, y es injustificable (…). El motor de Desafío es el corazón. Desde el domingo 20 estamos cien por ciento activados. Tenemos 50 autos que ayudan a trasladar gente en las mañanas. Tenemos dos mil voluntarios que quieren ayudar y 10 constructoras disponibles para arreglar las estaciones de Metro e iniciamos una campaña de apoyo a más de mil emprendedores que perdieron sus locales comerciales y que es necesario levantarlos lo antes posible. He participado en mesas de diálogo con la sociedad civil y es muy relevante llegar a soluciones de corto, mediano y largo plazo que lleguen realmente a la gente. Es tremendamente importante entender que el presupuesto de la Nación es uno solo y que se puede reasignar, pero tampoco lo podemos desestabilizar.
—¿Cómo reponer el orden?
—Conversando. Vi una encuesta que arrojaba que el 62% de las personas piensan que deben proteger sus barrios y el 72% opina que las medidas del Presidente Piñera no sirven. Es muy difícil el problema en que estamos porque hay tres grupos en la calle: los anarquistas, los delincuentes y las personas que defienden sus legítimos derechos.
—¿Y a ti qué te parecieron las medidas del gobierno?
—Me parecen importantes, pero hay que sentarse a conversar.
—El intelectual francés Guy Sorman en La Segunda explicó que el presidente Macron, ante la protesta de los chalecos amarillos, organizó cabildos para dialogar y realizó una consulta nacional para saber cuáles eran las prioridades de los ciudadanos.
—Los cabildos son una opción, pero hay 345 alcaldes en Chile, llámalos y rápidamente te van a decir cuáles son las necesidades.
—¿Y después de eso?
—La próxima discusión del presupuesto es una oportunidad para poner en primera línea las prioridades que el país defina. Los 345 alcaldes se ponen de acuerdo en cuáles son las prioridades de sus vecinos, por ejemplo, seguridad, salud, educación y emprendimiento…
—¿Cuál es la diferencia con lo que hay ahora?
—El presupuesto se hace sobre la base de lo propuesto por los ministerios y temo que los ministerios no tienen una sensibilidad de terreno muy profunda.
—Lo que estás diciendo también es que el Presidente Piñera se equivoca al apelar a los líderes políticos.
—Hay líderes políticos que seguramente tienen un buena sintonía con lo ocurre en sus territorios, pero para mí los alcaldes son unos cracks y saben lo que necesitan.
La segunda bomba atómica
—¿En qué han estado ustedes en estos días?
—Tenemos una propuesta de medidas donde planteamos que la gente está pidiendo igualdad de oportunidades, que debemos entender sus problemas y ofrecer soluciones concretas. Señalamos que la clave es devolver la normalidad a la comunidad, que los niños y universitarios vuelvan a clases, que la gente llegue a sus trabajos y el país comience así a levantarse. Una vez hecho eso, debemos conversar y poner las prioridades reales de la gente en primer lugar.
—¿Cuáles son las prioridades que ustedes ven?
—Poner la educación como prioridad, que las operaciones de complejidad se demoren lo mismo que en las clínicas privadas, que el nivel de ingresos del país crezca porque todos nos beneficiamos con ello, y que el transporte sea más efectivo. No puede ser que un guardia deba salir a las 5 de la mañana para llegar a su trabajo y vuelva a las 10 de la noche. Esa persona no tendrá ánimo para dedicarle tiempo a sus hijos. También está el tema de la corrupción, yo tendría tolerancia cero respecto a la corrupción. Es un escándalo cómo roban los que transportan agua a las comunidades que se quedaron sin agua, ese es un robo organizado y orquestado que no te imaginas. El Estado debe tener canales de denuncia. Todos tienen que ir presos cuando se producen actos de corrupción. Me da lo mismo quién sea.
—¿Te habías imaginado una crisis como esta?
—Me lo habría imaginado en La Araucanía. La gente no logra dimensionar la pobreza que hay en la IX Región. Hay que hacer algo allí ahora, porque esa va a ser la segunda bomba atómica.