Raimundo Gazitúa es el jefe de hematología del instituto oncológico de la Fundación Arturo López Pérez (FALP). Corría 10 kilómetros diarios y se preparaba para la maratón de Berlín. Atendía pacientes, los diagnosticaba y les aplicaba un tratamiento. Era una vida acelerada, pero bajo control. Hasta que una amiga le mandó un pantallazo a fines de marzo y todo cambió.
Este es el primer artículo de una serie de cinco que publiqué en el diario La Segunda sobre cómo se levanta un proyecto que busca con ahínco dar una herramienta para el tratamiento de enfermos de covid en medio de una pandemia. Todo eso desde un centro oncológico altamente especializado en el tratamiento del cáncer.
“Soy médico clínico, no investigador, pero justo esa semana estaba en cuarentena parcial en mi casa, con algo más de tiempo y pude prestarle atención al mensaje de mi amiga Aya: “Rai, mira esto”. Era un pantallazo de la BBC.Hablaba del uso del plasma convaleciente para tratar a los enfermos de Covid. No es nada nuevo. Ha funcionado para el virus ébola y se usó para la gripe española.Revisé lo que había en internet y justo ese viernes 27 apareció otro artículo que decía que China había aplicado plasma convaleciente a cinco enfermos de Covid con buenos resultados.
Me metí un poco más y me di cuenta que en la FALP teníamos todo para hacerlo.Llamé a José Briones que también es hematólogo y estuvimos trabajando en el anteproyecto durante la semana y lo enviamos a nuestros colegas de la Fundación.
Nos reunimos nueve médicos de la FALP vía meet y de ahí no paramos más. Comenzamos a trabajar de manera maniaca. Soy de ideas fijas y me paso de rosca fácil. Me acosté a las cuatro de la mañana del domingo y a las seis, ya estaba despierto con el cerebro funcionando a mil. Habíamos varios trabajando en línea a esa hora. En tres días teníamos un proyecto bien armado. Lo presentamos al director médico, al presidente de la Fundación, don Alfredo Comandari, y todos prendieron. Necesitábamos $100 millones para cubrir 30 pacientes. Lo pensamos para nuestros pacientes oncológicos que se contagiaran y después fuimos por más.
¡Se ponen con mil millones!
Al jefe del equipo de quimio, Mauricio Mahave, se le ocurrió presentar el proyecto a la CPC. Don Alfredo llamó a Juan Sutil y nos derivaron a sus asesores de salud. El 7 abril nos reunimos con Cristóbal Prado de la ACHS y Rodrigo de la Calle, del Hospital del Trabajador.Nos hicieron hartas preguntas. Eso fue en la mañana. Y esa misma tarde nos dijeron que la Bolsa de Santiago y la CPC se ponían ¡con $1.000 millones! Fue bien impresionante.Nos alcanzaba para producir mil bolsas de plasma y atender a 500 pacientes.
Hemos presentado el proyecto a todo el mundo. Ya somos 11 centros de salud que trabajamos de manera colaborativa y lo logramos en cosa de días. Conseguimos también el apoyo del ministerio de Ciencias. Fuimos a las clínicas privadas del sector Oriente, pero las grandes no mostraron interés en participar en nuestro proyecto. Dos de ellas armaron su propio centro de plasma Covid 19. Ahí se nos fue capacidad de producción importante.
La facultad de medicina de la Universidad Católica se matriculó altiro. Elvira Balcells se embarcó en una investigación para obtener resultados de eficacia sobre el uso de plasma convaleciente de manera precoz. Está usando una metología muy fina. La facultad de medicina de la Chile también aporta. El virólogo Ricardo Soto Rifo, por ejemplo, está a cargo de determinar los anticuerpos neutralizantes. El apoyo de las universidades ha sido increíble.
Nuestra opción como centros de salud, es darle acceso gratuito al plasma convaleciente a todo enfermo grave de Covid que lo necesite y que cumpla con ciertos requisitos.
Al principio fue pura improvisación
Se me ocurrió enviar un Whatsapp pidiendo que enfermos recuperados de Covid donaran plasma. A algunos doctores no les gustó mucho que usáramos las redes sociales, preferían algo más formal, pero finalmente las cosas se dieron como se dieron. Yo nunca pensé que se iba a viralizar tanto. Mi generación de la Chile, la del 2005, la difundió por Facebook también. La cosa es que comencé a recibir mensajes de todas partes, hasta de Chiclayo nos preguntaron si hacíamos transfusiones allá. Así llegaron los primeros 30 o 40 donantes. Ya profesionalizamos el tema de la difusión y contamos con una página web. Al principio fue pura improvisación, mi número de celular anda por todos lados ahora.
Montamos una campaña de donación con el médico de San Antonio que recibió plasma y se recuperó. Andrés es muy amigo mío y fue nuestro primer transfundido. La respuesta fue inmediata. Se inscribieron cientos de donantes.
Cada donación de plasma, nos permite producir hasta tres bolsitas de 200 cc. En general, un paciente enfermo recibe dos transfusiones de plasma. Ya llevamos 80 transfundidos, estamos tabulando los datos. Yo quiero que esto resulte, cómo no voy a quererlo, pero no podemos sacar conclusiones todavía.
El Minsal no nos ha pescado
En las redes sociales critican que este es un proyecto de privados, que quizás cuándo va a llegar a los enfermos de hospitales públicos, pero la verdad es que el ministerio de Salud no nos ha pescado. Nos dijeron que nos iban a invitar a un grupo de trabajo, pero nunca nos convocaron. La única forma de entrar a los hospitales en este minuto es como terapia experimental o para uso compasivo.
Tengo 15 años de médico, nunca había visto las UCI totalmente ocupadas. En este escenario de no remedio, en que no hay un antiviral, donde no existe un tratamiento específico, lo que ofrecemos es un tratamiento transitorio que le permite al cuerpo enfermo contar antes con anticuerpos para que esté mejor equipado para pelearle al Covid.
Estoy terminando mis dos semanas de trabajo en casa y me tocan las de clínica. Soy hematólogo oncólogo, me especializo en enfermedades que tienen que ver con la sangre y ganglios linfáticos. Veo a pacientes con transplante de médula, leucemia y quimioterapia. Es una pega muy de hospital.
Me despierto a las 6:30 am, reviso el WhatsApp, a veces me llaman en la noche por alguna urgencia. Duermo poco, ando todo el día pendiente del celular, me veo usando dos computadores a la vez, reviso las noticias… Es duro recibir llamados de parientes de enfermos graves de covid pidiendo plasma. Me duele eso. Lo único que no transo son los miércoles cuando voy a buscar a mis niñitas, tengo tres, la mayor me preocupa, lo está pasando mal. Este ambiente la estresa mucho. Por suerte, tengo a la Luzmita, mi polola, que me centra.
Centros de Salud Asociados
- Fundación Arturo López Pérez (FALP)
- Facultad de Medicina, Universidad de Chile
- Facultad de Medicina, Universidad Católica
- Clínica Alemana de Temuco
- Instituto de Ciencias Biomédicas
- Red de Salud UC Christus
- Red de Salud Vitacura
- Clínica Dávila
- Hospital del Trabajador
- Hospital Dipreca
- Hospital Clínico de Magallanes
Publicado por La Segunda, lunes 8 de junio de 2020