- Este experto en políticas sociales dice que “si yo estuviese en el Gobierno priorizaría por vulnerabilidad y concretaría la conexión con Bajos de mena lo antes posible”.
- “El impacto positivo del Metro se ve mitigado porque los lugares de trabajo se han alejado de las personas. Ese movimiento es una locura”, señala el académico de la Escuela de Gobierno de la UC.
- “Vitacura tiene un per cápita municipal de $1.200.000 y el de La Pintana apenas llega a los $90 mil. ¿En qué mundo vivimos que encontramos razonable esta diferencia?”, agrega.
Publicado en La Segunda, jueves 5 de diciembre de 2019.
Kenzo Asahi estuvo en La Moneda el jueves 24 de octubre. Integró el grupo que acompañó a Javiera Parada y Elisa Walker, en la entrega de la carta al presidente Sebastián Piñera en los primeros días de la crisis, pidiéndole diálogo y respeto a los derechos humanos. También estuvo en el cabildo del cerro Santa Lucía, donde se mezclaron empresarios, profesionales, artistas y habitantes irreconocibles de Santiago. “Había participado en otros cabildos en la Universidad Católica, pero este me pareció muy interesante por la diversidad de personas que llegaron”, señala este académico descendiente de japoneses que investiga la intersección entre economía laboral y economía urbana.
Parte la entrevista exponiendo su tesis: “Acá hay un problema estructural, un círculo vicioso que se debe romper. Las políticas públicas crean una ciudad desigual y desintegrada. Y esta segregación alimenta la poca empatía de la élite hacia las familias vulnerables porque no las ven, a pesar de ser el 60% de la población, y es esta misma élite la que genera políticas públicas que resultan poco empáticas”.
-¿De qué manera se rompe este círculo vicioso?
-De partida, la élite debe considerar que el otro es un igual, lo que debería traducirse en políticas de inclusión para la ciudad, donde la integración territorial es un factor clave.
Un voucher para arrendar viviendas en barrios no pobres
-¿Qué importancia tiene la integración territorial para la inclusión?
-Se hizo un experimento en varias ciudades de Estados Unidos que se llamó Moving to Opportunity que es la mejor prueba del impacto que tiene una política de inclusión residencial. El gobierno dio un voucher para viviendas a familias vulnerables con el objeto de que pudieran arrendar una casa o un departamento en un lugar no pobre. Esta era la principal restricción, sólo podían arrendar -no comprar- en lugares no pobres.
-¿Qué resultados obtuvieron?
-Los niños menores de 13 años que se fueron a vivir a barrios más acomodados aumentaron sus ingresos futuros en 30% y también se consiguió disminuir la criminalidad. Hay pocas políticas públicas en el mundo que han logrado resultados tan espectaculares.
-¿Qué efecto tuvo esa interacción en las personas de mayores ingresos?
– No hay casi estudios del efecto sobre las familias más acomodadas en entornos integrados. No los hay en Chile ni afuera. En educación están recién saliendo algunos estudios. Por ejemplo, un profesor asociado de Harvard, Gautam Rao, acaba de publicar una investigación en American Economic Review que concluye que los estudiantes de ingresos más altos son más generosos, igualitarios y proclives a socializar con estudiantes pobres cuando se han educado en ambientes integrados. La intuición me dice que la integración social podría ser tan importante para los habitantes pobres como ricos.
“Casi todas las viviendas sociales se entregan en arriendo en el mundo”
-¿La idea de un voucher para vivienda implica cambiar la política habitacional del país?
-No implica un giro revolucionario, ya que en los últimos 10 años se han comenzado a dar subsidios de localización que buscan una mayor integración social. Lo que hay que hacer es asignar más recursos, mejorar la política y profundizarla.
-Dar subsidios para la compra de casas en lugares no pobres puede ser muy caro, dado el alto valor de las viviendas en Chile.
-Esto funciona cuando los municipios, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), o el Estado tienen propiedades que dan en arriendo a familias de menores ingresos. Lo que sucede en la actualidad es que las inmobiliarias seleccionan a los que van a vivir en el complejo habitacional que se pretende integrado.
-¿Cómo es eso?
-Al definir un nivel de precios, seleccionan a los menos pobres entre los pobres, por lo tanto, su impacto es limitado. Además, son subsidios para comprar una vivienda, por lo tanto, si una familia muy pobre vive en un barrio acomodado probablemente al primer problema que tenga la van a vender.
-¿Entonces cómo se hace?
-Al dar en arriendo las propiedades a familias vulnerables, la política pública se vuelve más robusta frente a eventualidades como shocks económicos, alzas de tasas o a un aumento del valor de las viviendas por la llegada del Metro.
-¿Dónde ha funcionado bien?
-En muchas partes. Casi todas las viviendas sociales se entregan en arriendo en el mundo, Chile es uno de los pocos países de altos ingresos que se escapa a esta norma general.
“Nos olvidamos del diseño de ciudad”
-Hubo una política pública que expandió el Metro hacia los márgenes de la ciudad, ¿qué efecto tuvo sobre sus habitantes?
-Un transporte público eficiente es esencial para la periferia. El Metro sirve para llegar a los lugares densamente poblados que se complementa con un buen sistema de buses para las zonas menos pobladas. La expansión del Metro permite que las personas que viven en los márgenes aumenten la posibilidad de ser empleadas, pueden trabajar más horas e incrementan sus ingresos autónomos (no se incluyen las transferencias del Estado).
– ¿Este Metro que expandía sus tentáculos es una política pública exitosa?
-Sí, de todas maneras y, por eso, creo que es una mala idea posponer la construcción de las líneas nuevas. Si yo estuviese en el gobierno priorizaría por vulnerabilidad, por lo tanto, concretaría la línea hacia Bajos de Mena lo antes posible. Por supuesto que se corre el riesgo de que sea destruida, pero también abre la gran oportunidad de facilitar la inclusión de muchas familias al mercado laboral.
-¿La expansión del Metro como política pública de inclusión es suficiente?
-No, no lo es. Es muy bueno que alguien disminuya su tiempo de viaje desde Puente Alto a Providencia de 2 horas a 40 minutos. Y es muy malo que no nos hallamos cuestionado las reglas de la ciudad porque el empleo se ha ido trasladando desde Santiago Centro a Providencia, luego a Las Condes e incluso a Lo Barnechea. El impacto positivo del Metro se ve mitigado porque los lugares de trabajo se han alejado de las personas. Ese movimiento es una locura y no hay sistema de transporte que resista una mala planificación urbana.
-Es como jugar al pillarse…
-Exactamente, creo que ahí fallamos. Metimos mucha plata en el Metro y nos olvidamos del diseño de ciudad que debería tener núcleos de trabajo cercanos a los hogares de las personas. En términos técnicos, una ciudad más policéntrica con distintos polos de trabajo en torno al anillo de Américo Vespucio.
“Una ciudad más integrada requiere de una policía capaz”
-¿Qué incentivo puede haber en establecerse en la periferia o en Providencia o el centro de Santiago si ha aumentado el riesgo de saqueo o incendio para las instalaciones?
-Una ciudad más integrada requiere de una policía capaz de prevenir y cuando se produce un acto violento, tiene que ser capaz de restablecer rápidamente la seguridad.
-Es lo que sucedió con el atentado con gas sarín en el Metro de Tokio (1995).
-Claro, allí se reaccionó bastante rápido, lograron un diagnóstico en poco tiempo, aunque no lo supieron todo de inmediato, y mitigaron el impacto con cierta celeridad. Acá, se ahonda el problema porque la acción policial contra la violencia provocó la alienación de la población.
-Además de la policía eficiente, ¿qué mas se necesita?
-Se requiere de una serie de políticas público-privadas más inclusivas como el pago de mejores sueldos o estudiar seriamente los beneficios de instalar como práctica que la diferencia entre el sueldo mayor y menor dentro de una empresa tenga un máximo de 10 veces. Además de un conjunto de políticas sociales que mejoren la vida en los sectores marginales con políticas de integración social vía arriendo, con aumento de las pensiones, y con inversión en educación escolar y básica de calidad y quizás menos en media y universitaria.
“Volver a dibujar las reglas del juego del Fondo Común Municipal”
– ¿Te parece adecuada la idea de redistribuir los fondos comunales?
-Eso es esencial, pero yo sería más ambicioso. Vitacura tiene un per cápita municipal de $1.200.000 y el de La Pintana apenas llega a los $90 mil. ¿En qué mundo vivimos que encontramos razonable esta diferencia? La ciudad se ha vuelto muy injusta. ¿Por qué las comunas de la zona oriente tienen áreas verdes, veredas y zonas con cables soterrados, en cambio en Bajos de Mena se acumula la basura, no hay veredas ni parques? Es inaceptable e inentendible que haya diferencias en los espacios públicos que tienen las comunas de la ciudad.
-¿Qué planteas?
-Partir con una hoja en blanco y plantearnos como primera pregunta: qué ingreso municipal per cápita queremos que tenga el habitante de La Pintana respecto al per cápita del habitante de Vitacura. Y a partir de eso diseñar las reglas.
-¿Cuál debería ser ese per cápita?
-Aplicaría el mismo criterio que se aplica para la Subvención Escolar Preferencial (SEP), donde los per cápita de comunas más pobres son mayores que los de las comunas ricas. Eso es lo razonable. Eso no es modificar el Fondo Común Municipal. Eso es volver a dibujar las reglas del juego.
-Es invertir la realidad que ahora vivimos porque la mayor parte de los impuestos territoriales van al municipio que los capta…
-Creo que los impuestos territoriales deben ir al gobierno central para que los reparta de acuerdo a una lógica de darle más a los que necesitan más y menos a los que necesitan menos. Los habitantes de una casa en Lo Barnechea que tiene mil o dos mil metros cuadrados de jardín, ocuparán menos las plazas de esa comuna porque las necesitan menos. La redistribución del fondo comunal -planteada por el Gobierno- tenderá a aplanar la pendiente entre Vitacura y La Pintana, pero seguirá siendo injusta. Lo ideal es cambiar la pendiente.
-Uno de los argumentos que se dan es que los municipios más pobres no tienen capacidad de gestión para absorber estos montos de recursos.
– Encuentro indignante ese tipo de argumentos. Y si ese es el temor, hagámoslo progresivo, por ejemplo, en 4 años. Yo trabajé en la municipalidad de Puente Alto entre 2003 y 2005 con Manuel José Ossandón. Es una comuna donde existen muchas familias vulnerables, pero el nivel de gestión de la municipalidad era bastante bueno. Las capacidades de gestión se van acomodando a los presupuestos.
-¿Por qué enfatizas la existencia de áreas verdes?
-Los japoneses tienen el hábito de pasear por los bosques. Si vives en una casa de 50 metros cuadrados con siete personas y no tienes jardín, el área verde es la expansión de tu casa. En Providencia, muchas personas viven muy bien y en lugares pequeños, lo que se correlaciona con el uso masivo de las plazas en la comuna. Hay que estudiar en qué medida un gran parque hace que la gente perciba que la sociedad es más amable con ella. Es una señal de que el Estado y la sociedad hacen algo por ellos.
-En ese sentido es contra intuitivo la destrucción del Metro.
-Creo que fueron grupos pequeños los que iniciaron la destrucción del Metro. Quizás después se sumaron personas frustradas. Si no hubiera habido grupos organizados, esa destrucción no ocurre.
Ven en La Segunda, jueves 5 de diciembre de 2019