- La privatización del ex contralor abarca directorios de empresas, organizaciones de políticas públicas y el comando de Piñera.
- Ver malla de relaciones en link de La Segunda.
Publicado por La Segunda, Viernes 28 de abril de 2015
Ramiro Mendoza Zúñiga es un abogado administrativo brillante y esa es la fama que se ganó durante los años que ejerció como Contralor de la República (2007-2015). Desde que salió de ese organismo, ha ido asumiendo cargo tras cargo-como un verdadero big bang- aún a costa de desfigurar la esencia del personaje que él mismo construyó, el del “señor probidad”.
Su primer paso en el mundo privado fue aceptar el decanato de la Facultad de Derecho de la UAI, donde ha sabido enrielar a los académicos a través de la exigencia de productividad e investigación que demandan sus estatutos. El ha hecho clases en distintas universidades porque mira la academia como un semillero. Aunque se tituló en la Universidad de Chile (1988), fue profesor de Derecho de la Universidad Católica por más de 25 años, facultad que dirige Carlos Frontaura, uno de sus primeros alumnos.
En junio de 2016 vino el informe que tuvo que elaborar junto a Felipe Bulnes a raíz de la crisis de la ANFP, bajo el mando de Sergio Jadue. Posteriormente, Consorcio Financiera, CMPC y Clínica Las Condes lo han incorporado como director tras sufrir severos problemas de imagen por debilidad de su gobierno corporativo. A lo que se suma su ingreso a organizaciones tan diversas como Chile Transparente, el CEP, Hay Mujeres, y Comunidad de Organizaciones Sociales, entre otras. Pero lo que causó la sorpresa de los medios fue cuando apareció como lobbista de la inmobiliaria Su KSA, responsable de los guetos verticales.
Definido como un liberal de derecha saltó al mundo político cuando aceptó integrarse al comando de Sebastián Piñera en abril. “Se dio cuenta que lo público le gusta más allá del ejercicio de su profesión y lo que le interesa es la modernización del Estado”, dice un cercano.
Una apuesta no sólo arriesgada para Mendoza porque inmediatamente se le encajonó como quien pondría el sello de probidad a la gestión de Piñera, sino que también para el ex presidente porque una salida abrupta del ex contralor le podría causar un serio daño a su campaña.
Una primera señal la dio cuando participó en la elaboración del “Manifiesto por la República y el Buen Gobierno” que fue liderado por el senador de RN y amigo, Andrés Allamand, y donde también participaron el senador UDI, Hernán Larraín, el filósofo de la Universidad de Los Andes, Joaquín García Huidobro, el filósofo de la UDP, Hugo Herrera, y el antropólogo del IES, Pablo Ortúzar.
De relaciones sociales transversales, separado y padre de tres hijos, este abogado que suele ser bastante deslenguado, es en lo íntimo un solitario.