Medidas para evitar la copia y el fraude en las universidades

Las trampas de los estudiantes y los códigos de honor: “Hay un mercado negro de tareas entre los universitarios”

  • Tres académicos hablan sobre las medidas que toman las casas de estudios superiores para evitar la copia y el fraude entre sus estudiantes.
  • Se hizo una auditoría en la Escuela de Ingeniería de la UCH este año y se detectó que un solo médico había dado 50 licencias de salud a alumnos de ese plantel.
  • “Cuando uno llega a una clase de 90 personas, no sabe si Juan Pérez es Juan Pérez o es alguien pagado por Juan Pérez para rendir la prueba por él. ¿Qué hacemos? Solicitamos que el carnet de identidad esté sobre la mesa para verificar identidad”, relata Rodrigo Montero de la UDP.

Publicado en La Segunda, viernes 21 de octubre de 2016.

“En mi primer control del curso de Etica de la Facultad de Ingeniería Industrial de la UCH les pregunto en qué circunstancias copiarían una tarea dada para la casa y el 65% de los alumnos responde que lo haría para mejorar una nota o por falta de tiempo, entre otras”, señala Teodoro Wigodski, académico con más de 30 años de experiencia.

A Adrián Schopf, presidente de la Comisión de Honor de la Universidad Adolfo Ibáñez, no le sorprende esta cifra. “La infracción más común es copiar de internet las tareas, lo que es un plagio”. Esto ha llevado a que las universidades ocupen softwares para identificar el grado de originalidad de un trabajo. En ingeniería de la Universidad de Chile aplican el Decode y en la UDP, el Turnitin, señala Rodrigo Montero, director de la Escuela de Ingeniería Comercial de esta casa de estudios. Los tres fueron invitados a “Opinión de Expertos” de La Segunda para conversar sobre las trampas que hacen los universitarios y los códigos de honor de las universidades.

El comportamiento ético de los universitarios reflotó tras la suspensión de la carrera por uno y dos semestres a 18 alumnos de ingeniería civil de la UC por copiar en una prueba del curso de Electricidad y Magnetismo. Tanto Wigodski como Montero y Schopf recalcan que este no es un fenómeno que sólo se dé en las universidades chilenas. Si se busca en Google aparecen 22 millones de artículos que aluden a los fraudes que cometen los universitarios con el fin de mejorar sus resultados. También tienden a coincidir en que los ejemplos pueden ser alarmantes, pero no es el pan de todos los días.

 50 licencias médicas y un doctor

En una auditoría en Ingeniería Industrial de la UCH que se hizo durante el primer semestre de este año y donde resultaron alumnos sancionados, “se constató que había 50 licencias dadas por el mismo médico”, señala Wigodski.

Schopf indica que el dilema que esto trae es si se pone en duda o no la buena fe de un profesional “porque te metes en otro tema que es la posibilidad de abrir un conflicto con el Colegio Médico”.

Ya es común que se prohíba el uso de teléfonos celulares en las pruebas “porque los estudiantes fotografiaban los cuestionarios para que otros los resolvieran –explica Montero-. Ahora hay un protocolo para tomar pruebas que regula incluso hasta las veces que los alumnos pueden ir al baño. Muchos profesores que permiten el lápiz grafito escanean las pruebas entregadas” para evitar que los alumnos aleguen una corrección mal hecha, cuando lo que ha sucedido es que han borrado el error y lo han cambiado.

El académico de la UDP también apunta a la suplantación de identidad. “Cuando uno llega a una clase de 90 personas, no sabe si Juan Pérez es Juan Pérez o es alguien pagado por Juan Pérez para rendir la prueba por él. ¿Qué hacemos? Solicitamos que el carnet de identidad esté sobre la mesa para verificar identidad. Nos hemos visto obligados a esta práctica policial”, dice con pesar. Lo que es refrendado por Wigodski que también lo ha pedido como medida disuasiva. Más usual es que alguien firme el registro de asistencia haciéndose pasar por otro.

“Todas son hipótesis de fraude –profundiza Schopf-. Nosotros no sólo queremos castigarlos, sino hacerles ver que si cometen estas faltas en el ámbito profesional pueden tener consecuencias penales y civiles. El plagio implica tanto apropiarse de los ajeno como inducir a engaño al profesor. Tiene una doble dimensión de ilicitud”.

El éxito a cualquier costo

“Hay pocos casos de alumnos que cometen fraude para salvar un ramo, la mayoría lo hace para mejorar la nota. Para mí, esto es mucho más grave y tiene que ver con el tipo de sociedad en que vivimos donde se busca el reconocimiento del medio. Por ejemplo, una empresa que puede tener rentabilidades razonables, pero hace cosas para obtener resultados más que razonables”, dice Wigodski quien integró el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.

“Es el éxito a cualquier costo. De una u otra forma, se está comunicando que no importan los medios para lograr el fin”, generaliza Schopf. “En el corto plazo puede que uno obtenga una ganancia, pero en el largo no hay mejor negocio que el actuar correctamente”, afirma este profesor de derecho civil.

Tesis que es refutada por Wigodski. “Esto que en el largo plazo conviene ser ético, es una falacia. El largo plazo es una sucesión de cortos plazos y en un mercado competitivo como el laboral o el empresarial, la amenaza de sobrevivencia se da en el corto plazo. La esperanza de vida de un gerente es de 3 años o menos, ¿de qué largo plazo me hablan? Si hay competencia, los incentivos son perversos”.

En tanto que Montero lo lleva al área chica: “Depende de nosotros ponerle límites. Se puede hacer una prueba que les obligue a pensar y aplicar, pero son instrumentos más difíciles de elaborar y corregir. Para un académico es más fácil acudir a su registro histórico, tomar una pregunta de acá y otra de allá y hacer el copy paste. La docencia es como un impuesto que uno paga por hacer investigación y la verdad es que hay que poner más energía” en la enseñanza.


Las empresas “Llame Ya” de los estudiantes

  • Rodrigo Montero: “Hay un mercado negro de trabajos y de pruebas. Hay gente que postea ofertas por Facebook: “Se acercan los exámenes, nosotros resolvemos pruebas de algebra y cálculo a bajo costo. ¡Llámanos! Es casi como un Llame Ya”.
  • Adrián Schopf: En la UAI había un grupo de Facebook que se inició para ayudar a los alumnos a tomar ramos y derivó a una bolsa de trabajo donde los estudiantes solicitaban servicios de terceros para realizar, por ejemplo, una tarea de contabilidad. “Ofrezco $20.000, llámame por interno”, se posteaba. Eso lo sancionamos.
  • Montero: Me llegó por casualidad una oferta de Facebook en la que alumnos de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Chile ofrecían resolver pruebas. Sancioné a los estudiantes que compraron esas pruebas, pero ignoro qué hicieron en la Chile porque yo le informé al director de carrera que esto estaba sucediendo. En otra ocasión un estudiante de la FEN me denunció a una alumna mía que lo había contratado para hacer un trabajo y no le pagó. Para nosotros, la FEN es un oferente bien común.
  • Schopf : El nuestro es la UC, al parecer. Cuando juzgamos a nuestros estudiantes, nos llama la atención que aquellos que están fuera de nuestro ámbito no muestran ningún tipo de conciencia de lo reprochable de su comportamiento. Hay un debilitamiento de la corrección por la corrección.
  • Wigodski: Deberían ser echados de la universidad o que la infracción quedara en un registro público, cosa que cuando quien lo contrate en el futuro sepa que esta persona copió en la universidad o cometió otro tipo de infracción.

La forma en que los códigos de honor y ética se implementan

¿El fraude se queda en casa o se publicita?

Las universidades tienen distintos procedimientos para enfrentar las infracciones a la ética. En la UDP existe un protocolo de rendición de pruebas que se manda por email y que se lee antes de cada prueba. “Además, cuando un profesor hace una denuncia ante la escuela, ésta convoca a un comité de ética que es una suerte de tribunal, formado por tres académicos, que dictamina las sanciones luego de escuchar a las partes. Las sanciones pueden ir desde poner un 1 de nota a la expulsión, lo que también queda en su registro académico interno. Eso significa que el alumno deja de ejercer labores de ayudante o representar a la escuela en ciertas actividades. Si se llega a la expulsión, el alumno no puede ingresar a otra carrera de la universidad”, explica Montero.

“En la UAI es distinto porque tenemos una instancia única que rige para toda la universidad a la que se llama comisión de honor. La denuncia pasa a la secretaría general que es la que investiga y decide si formular o no cargos. Si lo hace, propone sanciones y se activa la comisión que está formado por dos profesores y un alumno. La sanción va desde la amonestación verbal hasta la expulsión. También queda en un registro”, dice Schopf.

“En la Facultad de Ingeniería de la UCH, normalmente es el profesor quien maneja este tipo de temas y el problema suele quedarse en la sala de clase. Eventualmente podría pasar a la dirección docente y sólo un caso muy singular escala a la Comisión de Etica como fue el de las licencias médicas”, explica Wigodski.

  • “Sólo el 10% de los alumnos de ingeniería industrial de la UCH conoce el acuerdo ético que fue firmado entre docentes y dirigentes estudiantiles. Si esto lo sumamos a que el 65% copiaría una tarea, tienes una combinación explosiva”. (Teodoro Wigodski)
  • “Lamentablemente, los que más faltan a las audiencias de la comisión de honor son los representantes de los estudiantes. Pero hay que decir también que suelen no proteger a los denunciados”. (Adrián Schopf)
  • “Alumnos de cursos complejos como econometría o algebra lineal justifican el copiar porque de otro modo les parecen insorteables. Hay una validación social”. (Rodrigo Montero)
  • “Nos tocó un caso de alumnos que no alcanzaron a hacer una encuesta de recursos humanos y falsearon los resultados”. (Adrián Schopf)
  • “Esto también se repite en los cursos de postgrado. ¿Qué sucede cuando se pilla a un gerente copiando?” (Teodoro Wigodski)
  • “Es probable que el profesor de tiempo parcial tienda a hacer más la vista gorda que el de planta porque un conflicto le puede pesar para seguir dictando clases”. (Rodrigo Montero)