- Ejecutivo da tres señales en un día de que está dispuesto a “lograr una reforma amigable para que las empresas puedan desarrollarse”, sin cambiar la carga tributaria ni quién paga. ¿La cuadratura del círculo?
La señal es clara y vino de tres frentes distintos casi al mismo tiempo. El gobierno está abierto a simplificar y perfeccionar la reforma tributaria, pero bajo las siguientes restricciones: “Primera, no se va a recaudar menos; y segunda, no vamos a abrir una discusión sobre las tasas de impuestos que vienen”, diría en el transcurso de su exposición el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, a su salida de la Comisión Política en La Moneda.
Para quienes quieren ver el vaso medio vacío, ahondó diciendo: no se hará algo nuevo, ni cambiarán las tasas, ni quién paga, ni la carga tributaria ni ninguna de las cosas sustanciales.
Entonces ¿qué es lo que ha cambiado? Lo interesante del debate de ayer fue que tanto la Presidenta Bachelet como su ministro de Hacienda se mostraron abiertos a abrir un diálogo que se creía cerrado. En pos de lograr “una reforma amigable para que las empresas puedan desarrollarse”, explicó Valdés.
Publicado por El Mostrador Mercados, martes 7 de julio de 2015.
El diálogo se abre a partir del 15 de julio
Ya en la mañana, Pulso había publicado una conversación privada de la presidenta Michelle Bachelet con grandes empresarios chilenos en Perú, donde ella habría admitido que con el objetivo de llegar a consensos se incluyeron tantas opiniones en el proyecto de ley de Reforma Tributaria que el producto final es un “híbrido”. También habría adelantado que el ministro Valdés estaba viendo cómo simplificar el sistema, si a través de circulares o si se requería de un cambio legal. “Estamos trabajando en eso”, dijo para zanjar el tema, según reprodujo el medio.
Coincidente con ello, aunque en el titular parecía un contrasentido, el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, dio una extensa entrevista a DF donde señaló que “no va a haber una reforma a la reforma” y “no es el tiempo para pensar en cambios legales”.
La aclaración vendría horas más tarde con Valdés, pues él indicó que “lo que estamos haciendo es darle todas las chances que tengan las circulares para dejar un sistema simple. Cuando ese esfuerzo no fuese suficiente, nos allanaríamos a tener una nueva conversación sobre nuevos perfeccionamientos técnicos a nivel legal”.
Por eso, Micco puso tanto empeño en dejar en claro que está el 80% de las circulares emitidas y que el 20% restante estaría listo alrededor del 15 de julio. Lo que falta es la parte mas relevante que guarda relación con la atribución de rentas y el sistema parcialmente integrado que se dividirá en 4 circulares: sistema de renta atribuida, sistema parcialmente integrado, reorganizaciones empresariales y otras materias relacionadas, y una cuarta relativa a la interacción de ambos sistemas.
De ahí en adelante, se estima que habrá un año para hacer ajustes porque a contar del segundo semestre de 2016, las sociedades deben elegir el sistema al cual se van a acoger.
Es en este período (desde el 15 de julio hasta junio de 2016) cuando se abrirá el diálogo sobre los “ripios” o cosas que no se logran solucionar a través de estas circulares. Pero lo que el Gobierno no quiere abrir es una nueva discusión sobre qué sistema tributario el país debe tener o cuánto es la tasa que hay que pagar. Eso, por ahora, no está sobre la mesa porque no creen posible que el país aguante un nivel de incertidumbre tan alto.
Sobre todo porque el “híbrido” al que habría hecho referencia la Presidenta Bachelet, fue fruto de una negociación que terminó en un Protocolo de Entendimiento, firmado por toda la gama política. Desde la UDI hasta el PC encontraron algún motivo para suscribir un acuerdo tributario que elevaba la recaudación en 3 puntos del PIB a contar del 2018.
El problema es que ese gran acuerdo político tiene problemas a la hora de bajarlo a la norma tributaria. ¿Cuán graves son esos problemas? Una primera idea la tienen los que están redactando las circulares, pero el cuadro completo sólo se lo podrán formar cuando esos documentos sean sometidos al escrutinio público y comiencen a aflorar las dudas y los ejemplos concretos. En ese minuto, se sabrá cuáles son los obstáculos que se pueden salvar y los insalvables.
La otra señal clara que Valdés ha dado tanto hacia fuera como dentro del ministerio es que “todos estos cambios siempre son conversados con todos los actores”, incluyendo en este proceso a los empresarios, tributaristas, mundo social y político.
A renglón seguido agregó: “un cambio legal al final requiere de votos y requiere, por lo tanto, de la opinión de los parlamentarios y de los partidos políticos”. Es decir, los márgenes de acción son bastante acotados dada la correlación de fuerzas que hay en el Congreso.
Sin embargo, también reconoció que “pretender hacer una reforma perfecta es algo difícil. Todas las reformas que ha hecho Chile, han requerido ajustes posteriores. La reforma procesal penal tuvo 9 ajustes posteriores”, graficó.
Yendo más lejos, la reforma tributaria de 1984 tuvo luego dos o tres leyes que la perfeccionaron. Con estos antecedentes, lo que no tenía asidero en la realidad era el discurso público del ex ministro Alberto Arenas de no tocar la Reforma Tributaria. Toda reforma trae consigo una contrarreforma, dicen los técnicos, o como hoy le llaman en el gobierno un proceso de simplificación y perfeccionamiento que comienza a mediados de mes.