- El ex presidente del Banco Central señaló eso sí que “tenemos una reforma abrupta que se va a concretar en 2018” y el período de transición puede generar efectos adversos sobre la actividad.
- Uno de los ejemplos que señaló es que ahora hay empresas, cuyos directorios están pensando que si el Fondo de Utilidades Tributables (FUT) se acaba en cuatro años más, lo que hay que “hacer ahora es aumentar más el ahorro y eso es recesivo”.
José de Gregorio, el ex presidente del Banco Central, se aplicó ayer. No sólo entregó un documento de 40 páginas a la Comisión de Hacienda del Senado, sino también un documento que resumía sus principales planteamientos con ecuaciones incluidas y otra página con “una lista de actividades fuera de la universidad para transparentar posibles conflictos de interés”. Entre los directorios que declara están Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV), Andina, Interval-Río Maipo, y Euroamerica.
La tesis central del economista que va en contra de la de los asesores del sector privado es que el sistema tributario actual no ha hecho a Chile un país especial. Si se compara la deuda corporativa respecto al capital o equity, nuestro país está por encima de otros pares latinoamericanos y de Europa Emergente y algo por debajo de Asia Emergente. Si el sistema tributario hubiera efectivamente incentivado el ahorro, Chile debería estar “más abajo”.
Publicado por El Mostrador Mercados, martes 17 de junio de 2014
Continuó con su argumentación, indicando que Chile “tiene un endeudamiento per cápita en un nivel promedio. No ha atraído mucho capital nuestro sistema corporativo”.
Luego le hincó el diente al ahorro, “con este sistema deberíamos tener una tasa de ahorro muy alta”. Y la verdad es que estamos por encima del sistema latinoamericano, pero “no tenemos nada excepcional, estamos más o menos parecidos a la OECD y por debajo de los países asiáticos”.
Según él, lo que sucedió fue que en la década del ochenta cuando se implementó el sistema de pagar impuestos sobre utilidades retiradas, el país tuvo un salto importante en el ahorro que tendió a estabilizarse en los años siguientes. “Chile fue un país que creció muy rápido (…) y el ahorro sigue al crecimiento y no al revés”.
Si bien De Gregorio reconoce en su documento que la reforma tendrá efectos sobre el ahorro y financiamiento corporativo, resulta difícil argumentar que “se está destruyendo algo muy especial, pues no se ve que haya nada especial”.
Las ecuaciones que van y vienen
Haciendo uso de ecuaciones y de distintos escenarios, el economista de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile indicó que “la reforma tributaria representa un aumento de los impuestos a la inversión”. No obstante sus magnitudes no parecen tan grandes como algunos analistas han tratado de hacer aparecer.
“Si los impuestos fueran en la actualidad de 25%, o 35%, el aumento sería de 5 puntos porcentuales, o 7,2 puntos porcentuales, respectivamente. Estas magnitudes son algo superiores a las que resultan de los ejercicios con anterioridad, pero sus órdenes de magnitud no son muy distintos”, concluyó.
Más allá de esto y luego de repasar la literatura de varios economistas locales e internacionales, De Gregorio planteó que el aumento de impuestos podría generar por sí solo un menor PIB entre 0 y 6 puntos porcentuales en un período muy largo, con caídas del crecimiento entre 0 y a lo sumo 0,4% en un período de 10 a 15 años. “No se puede precisar una cifra (…), los rangos que aquí se mencionan no son catastróficos, pero tampoco irrelevantes desde el punto de vista del bienestar”.
Por lo tanto, a su entender, resulta clave en qué se utilizará la mayor recaudación, ya que si efectivamente se usa en mejorar la educación su impacto será positivo sobre la economía y la sociedad.
Tenemos una reforma abrupta
Quizás uno de los aspectos más llamativos de su exposición, fue cuando afirmó que “tenemos una reforma abrupta que se va a concretar en 2018 (cuando se pase a base devengada). A mí me hubiera gustado un sistema más gradual para pasar a devengado”.
Lo que De Gregorio ve con mayor preocupación es que “los efectos de corto plazo son más inciertos que los de largo plazo, pues la reforma entrará en vigencia en cuatro años más. En la transición se pueden generar efectos muy adversos”.
Uno de los ejemplos que señaló es que ahora hay empresas, cuyos directorios están pensando que si el Fondo de Utilidades Tributables (FUT) se acaba en cuatro años más, lo que hay que “hacer ahora es aumentar más el ahorro y eso es recesivo”. En el documento que entregó se explaya sobre este punto: “El riesgo de menor actividad durante la transición es significativo y difícil de cuantificar”.
Sin entrar al tema de la constitucionalidad de la renta atribuida, el economista expuso la siguiente lógica: “se ha llegado a argumentar que las utilidades no percibidas pueden perderse en inversiones futuras y, por lo tanto, se puede terminar pagando por algo que nunca se recibirá. Esta interpretación es equivocada desde el punto de vista económico por cuanto la renta existe. Lo que ocurre es que se invierte con retorno negativo”. Es decir, “yo voluntariamente decido seguir en un negocio y correr un riesgo”.
Pese a este razonamiento, De Gregorio sí expresó su preocupación por la forma de atribuir renta cuando se trata de entramados de sociedades complejos o cuando se trata de un inversionista extranjero que puede tener problemas para recuperar el impuesto pagado en Chile en su país de origen.
Inclinado a desintegrar el sistema
Finalmente, el ex presidente del Banco Central apretó un poco más la discusión al mostrarse proclive a desintegrar el sistema, o sea, que los impuestos que las empresas pagan no sirvan de crédito a los tributos que pagan las personas.
En la ronda de preguntas, el senador de RN, José García Ruminot, le rebatió diciendo que un sistema desintegrado incentiva la reinversión de utilidades porque mientras no se produce la distribución, no hay tasa impositiva para las personas. Y desde esta perspectiva, tiene el mismo efecto que un sistema donde se pague sobre base percibida.
A lo que el senador Carlos Montes respondió que un sistema desintegrado no era viable en los plazos cercanos por su complejidad.
Refiriéndose al tema de los plazos, indicó que el senador Montes “tiene razón cuando dice que pasar a un sistema desintegrado es algo mayor. Pero este nuevo régimen comenzará en cuatro años más (…) Hay que hacer las cosas y pensar un poco más. Sería bochornoso no poder aplicar esta Reforma Tributaria”.
Junto con ello, José De Gregorio apeló al principio de que “deberíamos caminar a un sistema donde hay más impuestos a la renta y menos impuestos indirectos, lo que ayudaría a ampliar la base y a que la gente se sintiera más involucrada con la forma en que se gasta los impuestos”.