Poderoso fondo de inversión Apollo querría disputarle la propiedad de Molycorp a Molymet

  • El banco de Leon Black ha estado comprando bonos convertibles en acciones de Molycorp porque apuesta a que la minera caerá en default.
  • Un problema más para los controladoras de Molymet -Gianoli, Mustakis, Matte y Schwarzkopf- que han invertido US$ 595 millones en la firma.

 

Al menos un fondo de inversión, Apollo Global Management, está apostando a que la estadounidense Molycorp no será capaz de pagar su deuda que llega a US$ 1.400 millones. ¿De qué manera? Comprando bonos convertibles en acciones para que en caso de que la compañía productora de tierras raras entre en cesación de pagos, la tenencia de estos papeles le permita a la entidad financiera quedarse con el control de la compañía, analizaba Bloomberg a inicios de julio.

Apollo no es un banco más de Nueva York. E control de la propiedad lo tiene Leon Black quien es una leyenda en Wall Street. Su compañía administra  US$159 mil millones en inversiones, activos de deuda e inmobiliarios. En Chile también está presente, pues Apollo Global adquirió la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (Uniacc) a la familia Guiloff por US$ 44 millones años atrás.

Si bien esto sucede en Estados Unidos, principalmente en Nueva York y Colorado, las consecuencias de estas maniobras tienen efectos importantes en Chile, específicamente en San Bernardo, donde se ubica la sede de Molymet.

Esta compañía, líder en la producción y comercialización de molibdeno y que es controlada por las familias Gianoli, Mustakis y Matte y la austriaca Plansee (de la familia Schwarzkopf), comenzó a comprar acciones de Molycorp en 2012, llegando a tener 17 millones de papeles de la compañía con una inversión de US$ 435,4 millones. Luego acudió a dos aumentos de capital que se realizaron en 2013, adquiriendo 29 millones de acciones adicionales. De esta manera, a fines del año pasado controlaba el 20,95% de la propiedad que le significó un desembolso de US$ 595 millones, según reconoce en la memoria de 2013.

El interés de Molymet por Molycorp radica en que combina la producción de cerca de 13 de los 17 tipos de tierras raras con instalaciones industriales en tres continentes y la considera clave para consolidar su liderazgo mundial en el procesamiento de metales estratégicos. Estos minerales son ocupados para la fabricación de vehículos híbridos o eléctricos, turbinas de viento, misiles, fibra óptica y aparatos móviles, entre otros.

Pero el negocio definitivamente no ha andado. Basta mirar el desplome de la acción para darse cuenta de ello. Si la primera compra de Molymet fue a un precio por acción de US$ 31,2, que ya era una ganga puesto que venía de un techo de US$79, el último aumento de capital que suscribió fue a US$ 5 por acción. Hasta ahora, la compañía de San Bernardo ha adquirido las acciones de Molycorp a un precio promedio que bordea los US$ 13 por acción, muy por encima del valor al que hoy se transa en bolsa (US$ 2,20 por acción).

Publicado por El Mostrador Mercados, jueves 31 de julio de 2014

Su principal piedra en el zapato es el proyecto Mountain Pass que no ha logrado ni remotamente llegar a la capacidad de producción para la cual fue diseñado. En la Memoria 2013, Molymet señalaba que para este ejercicio preveía que pudiera alcanzar las ansiadas 20.000 toneladas anuales. Sin embargo, los analistas indican que si bien ha mejorado la producción, los precios se mantienen bajos.

¿Peligra la caja?

A inicios de agosto se darán a conocer los resultados de la empresa minera estadounidense, pero ya desde un tiempo a esta parte hay señales medianamente claras de que la fuga de efectivo sigue adelante.

“Molycorp ha perdido dinero por nueve trimestres consecutivos y puede que se quede sin caja en siete meses si es que no mejoran las operaciones”, señaló Bloomberg a inicios de julio. La compañía reporta efectivo por US$ 240 millones.

En junio, Moody’s Inverstors Service redujo el rating crediticio de Molycorp a Caa2, argumentando que los “niveles de deuda pueden hacer insostenible el actual precio”. Un juicio similar también había expresado la agencia Standard&Poors que clasificó a la compañía como CCC+, lo que significa que la deuda “es vulnerable a no ser pagada”.

Esta es la teoría que habría suscrito Apollo Global Management LLC, que compró US$ 8,5 millones de bonos convertibles en acciones que vencen el 2016 al 31 de marzo, de acuerdo a información recolectada por Bloomberg. La misma agencia indica que con posterioridad a esa fecha habría seguido comprando. De hecho figura con el 21,7% de esta serie. Si en marzo, estos bonos se transaban a 80% de su valor par, esta semana se tasaban a 72,5% de su par.

Pero eso no sería lo único que ha comprado este banco de inversión privado, pues tiene otro 5% de la serie de bonos convertibles en acciones que vence el 2017.

Si bien fueron pocos los inversionistas locales que acompañaron a Molymet en la compra de acciones de Molycorp, son más los que apostaron a los bonos de la compañía. La propia Molymet invirtió US$ 20 millones en bonos convertibles en acciones de una serie que vence en 2018, contando con el 11,5% del portafolio. También puso fichas en esa misma serie el fondo deuda latinoamericana de Moneda Asset Management que figura con un 0,42% de estos papeles, según datos de Bloomberg que no necesariamente están actualizados. Estos papeles pasaron de transarse de 90% de su valor par en marzo a 61% de su valor par ahora en julio.

Existen otros bonos que no tienen el respaldo de las acciones, donde Apollo Investment Management tiene a través de dos fondos un total de 3,76% de los papeles. En tanto que Moneda Asset Management por medio del fondo Moneda Renta CLP cuenta con el 0,62% de estos instrumentos, de acuerdo a la información de Bloomberg.

La apuesta de Apollo es que los tenedores de notas convertibles no recuperarán todo su dinero en un default, poniendo a esos acreedores en control de una reestructuración y en fila para tomar acciones de la compañía, dijeron fuentes a Bloomberg.

Promesas que no se cumplen

En enero de 2013, el entonces CEO interino de Molycorp, Constantine Karayannoupoulos informó en marzo de ese año, junto con las pérdidas netas anuales al 2012 de US$ 460,9 millones, que la empresa estaba suficientemente capitalizada como para enfrentar la operación del ejercicio pasado.

Lamentablemente se quedó corto. A junio recién pasado, la compañía acumulaba pérdidas por US$ 107,48 millones atribuibles a sus accionistas, un 51,2% mayor que lo registrado a junio de 2012 por mayores costos de producción y menores precios de venta. No les quedó otra que echar mano a un segundo aumento de capital en octubre de 2013, advirtiendo eso sí que se trataba de “una inversión de alto riesgo” en el prospecto enviado a la SEC. Y cuando ya se daba por superado el tema, nuevamente se habla de la necesidad de que los accionistas vuelvan a meterse las manos al bolsillo.

Tras los sucesivos aumentos de capital, la firma chilena se ha transformado en el principal accionista de Molycorp al detentar el 20,90% de la propiedad, pero tiene un techo. El gobierno de Estados Unidos le autorizó a llegar hasta 27,5%, por lo tanto, aunque quisiera seguir tomando posiciones sólo podría incrementar su participación en 6,58% más en las actuales condiciones.

Pese a ser el accionista individual con mayor número de papeles en sus manos, no controla la administración. Aunque en el último año ya logró poner a dos de nueve directores: John Graell (presidente ejecutivo de Molymet) y Michael Schwarzkopf (director de Molymet).

La presencia de Shwarzkopf no es menor. El es el CEO de Plansee, compañía privada austriaca, cuya propiedad está en manos de la tercera generación de la familia Schwarzkopf y ha ocupado desde 2011 el directorio de Molymet. La firma europea puso su primer pie en Chile hace tres años cuando adquirió el 7% de Molymet, pagando US$ 198 millones. Hoy ya cuenta con cerca del 20% de las acciones.

Para Molymet debe ser una complicación figurar casi como un observador de una inversión que le ha significado un desembolso de US$ 595 millones a la fecha. Más difícil debe ser que además, aparezca otro inversionista –estadounidense- que se quiera meter por los palos y que se rija por intereses totalmente distintos a los de un productor. Consultada Molymet por estos temas, no quiso referirse a ninguno de los aspectos de este artículo.