¿Cómo es el día a día de un gerente general que tiene que sortear la crisis del coronavirus? Esa es la pregunta que Jorge Greene, gerente general de Schopdog, me respondió no una vez, sino que cinco veces por semana durante 15 días. A veces la conversación se alargó casi por una hora, hubo oportunidades en que apenas duró 5 minutos. A veces lo encontré listo para ir a una guerra, otras parecía que estaba disfrutando de una tregua.
En estas tres semanas, se ha vuelto un experto en tramitación legislativa, sigue al detalle los anuncios económicos del gobierno y las medidas del ministerio de Salud, recuerda con cierta precisión las fechas y los hechos que le marcaron la agenda, domina varias plataformas de videoconferencias y puede hablar con propiedad de los pros y contras de las empresas de delivery.
Está en un rubro doblemente golpeado: primero, por la crisis social y luego, por la pandemia. De los 36 locales que operaba Schopdog, distribuidos entre Arica y Osorno, hoy funcionan a media máquina unos 10. La cifra cambia dependiendo de la semana y de si los números dan para mantenerlos con la cortina arriba. Las mesas están vacías, sólo pueden entregar comida para llevar. Su clientela es la clase media emergente.
El relato que viene es de Jorge Greene. Es lo que él vivió y sintió en estos últimos meses. La edición se limitó a agrupar los distintos diálogos por temas para que tuvieran una mayor coherencia.
Este es el primer artículo de una serie de cinco que publica La Segunda a partir de este lunes 4 de mayo.
“Casi no me reconozco”
“Hasta octubre del año pasado, mis preocupaciones eran diametralmente distintas a las que tengo hoy. Casi no me reconozco. Estaba en otra. Mi foco estaba puesto en la desaparición de los malls en Estados Unidos, lo que estaba obligando a los centros comerciales locales a ofrecer más entretención como cines y restaurantes, que comercio propiamente tal. Y nosotros queríamos estar en esa apuesta: cambiamos la decoración de los locales, la presentación de los platos y los protocolos de atención…, queríamos diferenciarnos de los demás. Las cosas iban bien, nuestras ventas habían crecido 5%, teníamos 19 locales en centros comerciales y otros 17 en calle, distribuidos en Santiago y regiones.