“Lo único que quiero es acostarme y que mañana sea otro día. Hay días que son así en el Hospital”, me dice Raimundo Gazitúa ya tarde en la noche.
Hablamos a la mañana siguiente, la mala racha pasó y está nuevamente animoso. Los hospitales públicos están acercándose. Hay muy buenos resultados en el Hospital Clínico Magallanes. Menciona el documental de Michael Jordan. Hay que mantener el foco: “tenemos que producir plasma y sacar adelante el proyecto”. En eso están los once centros de salud que lidera la Fundación Arturo López Pérez (FALP).
“Me gusta la rutina de clínica, pero está difícil.Nuestros pacientes oncológicos hospitalizados han aumentado en un 30%. Están sufriendo más complicaciones de las habituales. Murieron cuatro en una semana. Algunos murieron en sus casas, otros llegaron muy graves, sobretodo los que vinieron referidos de hospitales públicos. No es normal.
El sólo pasar por la UCI te deja hecho bolsa. Los pacientes de covid están casi todos conectados a ventilación mecánica. Uno lo ve en las caras de las personas, en la seriedad, están todos tensos y con el temor de que se muera un paciente o de contagiarse.
Yo ya no hago turnos. Soy el jefe del equipo de hematología y tengo que estar para las cosas administrativas también.Dar los permisos, contestar reclamos y coordinar al grupo. Mi oficina está en una casona frente a la FALP. Hace dos meses que no cruzo para allá. Entre que no me da el tiempo y no quiero andar repartiendo bichos por todos lados.
También pasan cosas buenas
En la fundación ya hemos aplicado plasma convaleciente a 19 pacientes con covid. Estuvieron entre siete a nueve días con ventilación mecánica contra los 10 o 12 días que es el promedio en pacientes que logran salir adelante. Los intensivistas de la UCI están contentos. Liberaron equipos antes y el sistema ganó movilidad.
Uno de nuestros primeros pacientes covid fue un médico familiar de 69 años. Belisario Panay se contagió trabajando. Llegó a la Fundación con una falla respiratoria grave y conectado a ventilación mecánica. Le administramos plasma a los 14 días de presentar síntomas de contagio y se mejoró.
Es jodida la etapa que le toca ahora. Los pacientes recuperados sufren de disfonía por un rato, tienen dificultad para tragar alimentos, bajan de peso y quedan sin fuerza ni sensibilidad al estar tantos días inmovilizados. La experiencia de la UCI es muy traumática, quedan asustados.
Me tiene súper feliz el Hospital de Magallanes. Lleva dos pacientes transfundidos y fue noticia en El Pingüino. Un hematólogo e investigador básico, medio chileno, medio argentino, que se radicó en Punta Arenas, Marcelo Navarrete, fue quien me contactó por WhatsApp. Formó un grupo de trabajo muy proactivo con dos infectólogos, Mónica Pinto y Rodrigo Muñoz. Se ganaron un fondo regional para sacar adelante su propia investigación con la Universidad de Magallanes.
“Queremos afinar la estrategia”
Ya estamos llegando al paciente número 100 y esto nos permite pasar a otra etapa. Queremos afinar la estrategia: vamos a administrar plasma en forma más precoz. Debería ser mejor transfundir plasma apenas el paciente tiene problemas respiratorios, ojalá cuando llegue a la urgencia y no cuando está en la UCI.
Uno ve las zonas de daños en el escáner, son opacidades, es como mirar a través de un vidrio esmerilado. Esas zonas van creciendo con los días. El peak de daño se produce a los ocho o diez días, ahí el virus está en su máximo esplendor y le lleva la delantera al cuerpo que recién genera anticuerpos el día diez y produce en mayor cantidad a contar del día catorce. Si nosotros le pasamos anticuerpos listos al inicio de su contagio, puede que el enfermo ande mejor.
La etapa de llegar hasta los cien pacientes fue muy compleja. Los centros tuvieron que realizar una serie de exámenes y seguir un montón de procedimientos. Gastaron muchas horas de enfermería valiosas en condiciones bien adversas. Algunos tuvieron que contratar personal sólo para cumplir con los protocolos. Con toda la información que nos dieron, armamos una buena base de datos que nos permite caracterizar mejor a los pacientes.
A partir del paciente 101 aplicaremos un protocolo “más liviano”. Eso facilitará nuestra relación con los centros de salud. El plasma es una herramienta que queremos que tengan a mano los intensivistas, pero no se puede transformar en un dolor de cabeza para los equipos por un exceso de requisitos.
Estamos produciendo lo que necesitamos de plasma y las donaciones de pacientes recuperados continúan, pero necesitamos más. ¡Es mucha la necesidad! Entramos en conversaciones con el Servicio de Salud Sur Oriente. Los veo motivados. Sería muy bueno tener a hospitales como el Padre Hurtado, Sótero del Río o de La Florida y al Centro de Sangre Metropolitano en el proyecto. En esa estamos… Nos sigue faltando el logo del Ministerio de Salud. No pierdo la esperanza.